El grupo de teatro comunitario Murga de la Estación continúa sus actividades en el marco de sus bodas de plata. Su historia refleja el crecimiento de Misiones y sus integrantes encontraron un lugar donde transformar sus vidas.
Este sábado 6 y el 13 de abril se realizarán dos funciones de El Herrero y la Muerte, una obra de teatro producida y creada enteramente por el grupo Murga de la Estación. Se trata de un grupo de teatro comunitario que nació en Posadas en el año 1999 y desde entonces, se volvió una referencia cultural de la ciudad.
En diálogo con Canal 12, el historiador y becario del CONICET Juan Pablo Vitale, marcó la diferencia con otros espacios de taller que existen en la capital misionera. Es que el teatro comunitario tiene su origen en la vuelta de la democracia durante el año 1983, cuando se creó el primer grupo en el barrio Catalina Sur dentro de la Boca, Buenos Aires.
Un grupo de vecinos se reunió para compartir sus conocimientos en función de un objetivo en común: contar la historia de su barrio a través del teatro. En paralelo, también surgió otro espacio en el barrio vecino, el Circuito Cultural Barracas. Se trata de “teatro de vecinos hecho para vecinos” destacó Vitale sobre la particularidad de estos grupos.
Es que para pertenecer, no hace falta tener experiencia previa, tampoco hay límites de edad y cualquier persona puede sumarse a participar. “Uno de los ejes centrales es que la comunidad esté representada dentro del grupo” contó y agregó: “por eso siempre decimos que la edad es de cero a cien años, lo único que se necesita son las ganas de venir a jugar y divertirse”.
Un lugar de pertenencia
Cada grupo tiene su impronta y a lo largo de los años han crecido de maneras diferentes en cada territorio. La Murga de la Estación lleva ese nombre porque su primer sitio de encuentro fue en la vieja estación de trenes, donde hoy está emplazada su réplica en el Cuarto Tramo de la Costanera posadeña. Actualmente, se encuentran ubicados en la calle Pedro Méndez, a unos pocos pasos de la Avenida Uruguay.
“Un compañero contó que cuando empezó a venir, en ese momento en su barrio no había teatro ni toque de tambores, que cuando lo conoció al grupo se maravilló y hoy es uno de los referentes del grupo, además de que se formó como músico y trabaja de eso”, relató Juan Pablo Vitale.
“De esas historias de transformación hay muchas, también es un espacio de contención, es como una familia donde uno puede compartir con otros, encontrarse” concluyó.
