Entre el 14 y el 22 de junio, Misiones será parte de una campaña global de recolección de residuos que busca homenajear la memoria de Sarah Auffret. La mujer fue una agente ambiental que falleció en un accidente aéreo al dirigirse a una asamblea de Naciones Unidas en Kenia para debatir sobre sustentabilidad y reciclaje. La iniciativa, que nació en 2020 bajo el nombre Cleanup for Sarah, tendrá este año representación misionera gracias al impulso de Bismarck Sommerfelt, guía de turismo polar oriundo de Corpus.
Sommerfelt es un viajero experimentado que ha recorrido los rincones más remotos del planeta, desde los hielos de la Antártida hasta los fiordos del Ártico, y fue precisamente en ese entorno donde compartió años de trabajo con Sarah. Hoy, su propósito es claro: “no importa dónde estés ni la hora, lo importante es salir y recolectar un residuo, por mínimo que sea, en honor a alguien que ya no está, como forma de demostrar que queremos cuidar el planeta“, expresó.
La campaña propone una acción sencilla y poderosa: durante esa semana, cualquier persona puede recolectar residuos en su entorno, tomar una foto y compartirla en redes sociales con el hashtag #CleanUpForSarah. En Posadas, la convocatoria se hará visible el sábado 21 de junio a las 15:00 en El Brete. Allí, familias y grupos de amigos se reunirán para hacer limpieza comunitaria y replicarán lo que ocurre simultáneamente en otros puntos del planeta.
Cleanup for Sarah, un mensaje de esperanza
Sommerfelt reconoce que este tipo de acciones pueden parecer pequeñas frente a la magnitud del problema ambiental global. Sin embargo, insiste en que tienen un efecto multiplicador. “Primero hago mi parte: no tirar residuos. Después, levanto uno que no es mío. Y, por último, inspiro a otros a hacer lo mismo. Eso genera un efecto de onda expansiva que impacta en las generaciones que vienen”, explicó. Subrayó que son los jóvenes quienes muestran mayor conciencia ambiental y hacen preguntas que movilizan, como “¿cómo podemos hacer para que la gente deje de tirar basura?”.
La relación de Bismarck con el cuidado ambiental comenzó en su infancia en Corpus, donde su padre, pescador del Paraná, le transmitió respeto por la tierra. Años después, experiencias en países como Suiza y Noruega le enseñaron la importancia del reciclado como práctica diaria. “Cuando regresé a Argentina empecé a caminar y recolectar residuos. Lo compartí con amigos, y después con mi familia”, comentó.
Hoy, esa costumbre se convirtió en una regla familiar: cada integrante de su hogar tiene la responsabilidad de levantar al menos un residuo ajeno por día. “Ese pequeño gesto cotidiano es nuestro aporte”, dijo, convencido de que el cambio empieza por casa.
El dilema ético de corregir a quien contamina
Sobre la contaminación en lugares remotos, Sommerfelt aclaró que en la Antártida, si bien se encuentran pocos residuos visibles debido a sus barreras naturales, ya se detectan microplásticos en sus aguas, algo que preocupa a la comunidad científica. En cambio, en regiones como Groenlandia, Canadá o Siberia —más próximas a zonas industrializadas— los residuos son mucho más evidentes, especialmente los provenientes de la industria pesquera: redes, boyas, baldes de plástico.
Frente al dilema ético de corregir a quien contamina en público, el guía prefiere una actitud silenciosa pero ejemplificadora. “No señalo con el dedo, extiendo la mano para levantar el residuo. Porque siempre hay alguien observando y esa acción puede ser la que motive a otro”, reflexionó.
Finalmente, Sommerfelt remarcó que, aunque el mundo genera más residuos que en décadas pasadas por cambios industriales y de consumo, todavía se puede revertir la tendencia. “Cuando era chico, no generábamos casi basura. Llevábamos nuestra propia botella a la despensa o la panadería. Hoy, a veces una banana viene envuelta en plástico. Pero si cada uno hace un poquito, si cada uno se compromete, podemos marcar la diferencia”, aseguró.
