Hoy se celebra el Día Mundial de la Selva Tropical. Misiones se relaciona directamente con esta fecha, gracias a su rica biodiversidad y exuberancia selvática, en especial por ser el hogar de uno de los últimos remanentes continuos de la Selva Paranaense o Mata Atlántica, una de las ecorregiones más biodiversas y amenazadas del planeta.
La Provincia ratifica a diario su compromiso con la preservación de uno de los ecosistemas más ricos, diversos y amenazados del planeta. A través de políticas públicas, innovación, alianzas internacionales y la participación comunitaria, Misiones se convirtió en un caso ejemplar de cómo la sostenibilidad puede guiar el desarrollo.

Algunas razones clave por las que Misiones está conectada con este día:
- Alberga al Parque Nacional Iguazú, Patrimonio Natural de la Humanidad, que protege selva tropical y especies únicas como el yaguareté, el tapir, tucanes y cientos de tipos de árboles y plantas.
- Posee el mayor porcentaje de cobertura boscosa nativa de la Argentina (más del 50% de la provincia).
- Es una pieza clave del Corredor Verde, una iniciativa de conservación internacional que conecta áreas protegidas y selvas en Argentina, Brasil y Paraguay.
- Su selva cumple una función vital como sumidero de carbono, regulador hídrico y refugio para especies amenazadas.
Un paraíso de biodiversidad
La selva misionera es uno de los últimos grandes refugios de biodiversidad en el Cono Sur. Más de 560 especies de aves conviven en este mosaico de montes, arroyos, saltos y quebradas, lo que representa más de la mitad de todas las especies de aves que habitan en Argentina. Es también el hábitat de cientos de mamíferos, reptiles, anfibios, insectos y especies vegetales, muchas de ellas endémicas o en peligro de extinción.
Entre sus habitantes más emblemáticos se encuentra el yaguareté (Panthera onca), el mayor felino de América, que encuentra en los montes de Misiones su último bastión firme en el país. Hoy se estima que existen unos 250 individuos en la región, un número significativo si se considera que en el siglo XX estuvo al borde de la extinción local.
Otros habitantes ilustres son el tapir, el pecarí labiado, el puma, el ocelote y una variedad de aves únicas como el águila harpía, el pato serrucho, el tucán grande y el loro vinoso, muchas de ellas declaradas Monumento Natural Provincial, un estatus que protege su existencia y penaliza su caza o comercialización.

Una selva misionera con visión sistémica
La conservación no es un gesto simbólico en Misiones: es una política de Estado. La provincia fue la primera en Argentina en declarar la emergencia ecológica en los años noventa, y desde entonces desarrolló un marco legal robusto que incluye leyes de áreas naturales protegidas, pagos por servicios ambientales, incentivos fiscales para propietarios forestales y un código ambiental avanzado.
Una de las estrategias más notables ha sido el desarrollo del Corredor Biológico Urugua-í – Foerster, que forma parte del Corredor Verde Misionero y del Corredor Trinacional de Biodiversidad, que conecta fragmentos de selva nativa de Argentina, Brasil y Paraguay, permitiendo el desplazamiento de especies a través de un paisaje humano. Este enfoque de conservación a escala regional ha sido reconocido por organismos internacionales como WWF y la UICN.
Además, la provincia implementa medidas innovadoras como el Seguro contra daños por yaguareté, el primero en su tipo en el mundo, que busca proteger a los productores ganaderos compensándolos por posibles ataques de este gran felino, promoviendo así la convivencia armónica entre fauna silvestre y actividades productivas.
Ciencia, monitoreo y participación ciudadana
La conservación se apoya en el conocimiento científico y en la participación activa de la sociedad. Programas como el de monitoreo de grandes felinos, realizado en colaboración con el CONICET y ONGs como Red Yaguareté y Fundación Vida Silvestre, utilizan cámaras trampa, análisis genéticos y rastreo satelital para estudiar los movimientos y el estado de salud de estas especies clave.
En paralelo, existen numerosos clubes de observadores de aves en la provincia, con el Club Tangará de Posadas como referente, donde ciudadanos de todas las edades se forman, registran avistajes, realizan censos y contribuyen con datos que son luego utilizados para políticas de conservación.

Una iniciativa destacada es la Ruta de las Aves de Misiones, impulsada por el Ministerio de Turismo y el Ministerio de Ecología. Esta propuesta no solo promueve el avistaje como una actividad recreativa, sino que forma parte de una estrategia más amplia de ecoturismo sostenible, que incluye formación para guías, producción de contenido interpretativo, desarrollo de infraestructura amigable con el ambiente y apoyo a pequeños prestadores locales.
En conjunto, estas acciones han permitido que Misiones no solo conserve, sino que también genere oportunidades económicas a partir de su patrimonio natural, demostrando que proteger la selva no es un freno al desarrollo, sino un camino hacia un futuro más equitativo y resiliente.
El valor de la selva misionera en la agenda global
Misiones se destaca por conservar el 52% de los bosques nativos que quedan en Argentina. Este dato no es menor si se considera que el país ha perdido más del 70% de sus bosques originales. Frente a ese panorama, la apuesta misionera por la reforestación, la conservación y la transición hacia economías verdes cobra un valor estratégico nacional e internacional.
En los últimos años, la provincia ha participado activamente en foros sobre cambio climático, biodiversidad y desarrollo sostenible, presentando sus avances en protección de cuencas, restauración ecológica, captura de carbono y producción sustentable.
Un modelo con mirada de futuro
A diferencia de otros territorios donde la conservación ambiental compite con los intereses económicos, en Misiones se ha entendido que la selva es un activo estratégico. Su preservación garantiza el agua, mitiga los efectos del cambio climático, genera empleo a través del turismo, brinda servicios ecosistémicos clave para la producción y es fuente de identidad cultural.

La política ambiental misionera no está exenta de desafíos: la presión sobre el uso del suelo, el crecimiento urbano, la caza furtiva, los incendios y el cambio climático global son amenazas latentes. Sin embargo, el enfoque integral, participativo y basado en evidencia permitió consolidar avances significativos.