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Qué dijo The New York Times sobre El Eternauta, la serie argentina que es furor en el mundo

El prestigioso medio estadounidense publicó una reseña de su crítico de televisión Mike Hale. Lo que resalta de la producción y la recomendación que deja.

Hay una gran verdad sobre la más que respetable serie de Netflix sobre invasiones alienígenas, El Eternauta: no está mal, pero realmente deberías leer la novela gráfica primero. Si puedes encontrar una copia, claro está.

Descubrí El Eternauta, un trozo de perfección pulp publicado como tira cómica en Argentina a partir de 1957, cuando Fantagraphics Books lo publicó como novela gráfica de lujo en 2015 (la primera vez que se traducía al inglés). El volumen, bellamente empaquetado, costaba 50 dólares, por lo que lo terminé leyendo en una biblioteca.

Este año, cuando Netflix anunció su adaptación fotorrealista de El Eternauta, volví a buscar la novela gráfica. Ya fuera de catálogo, ahora el ejemplar costaba 350 dólares en las tiendas de reventa en línea. Y en un hecho sin duda relacionado, la Biblioteca Pública de Nueva York ya no tenía ninguno disponible en sus estanterías. (Un representante de Fantagraphics dijo que se estudia una reedición, pero que no se ha tomado ninguna decisión). Los lectores que solo hablan inglés y que no están dispuestos a pagar 350 dólares por un ejemplar usado no correrán con suerte.

“El Eternauta” conquista al mundo y cautiva a la crítica internacional

Esta escasez es sin duda una señal del poder que El Eternauta puede ejercer sobre las imaginaciones ávidas. Escrito por Héctor Germán Oesterheld y con ilustraciones de Francisco Solano López, el cómic se desarrolla en una Buenos Aires azotada por una repentina y misteriosa nevada que mata a la gente instantáneamente al contacto. Un pequeño grupo de amigos reunidos para una partida de cartas sobreviven, atrincherados en la casa de su anfitrión, y poco a poco van ideando formas de salir a la nieve para conseguir provisiones e información cada vez más alarmante.

El ingenio de Oesterheld y el trazado y sombreado engañosamente sencillos y oscuramente expresivos de Solano López producen un cuento de terror de ciencia ficción de inusual singularidad. A medida que los supervivientes se aventuran a salir y regresar, las imágenes oscilan entre la claustrofobia nerviosa y la desolación espeluznante y abierta; entre lo excesivamente familiar y lo radicalmente extraño. Con el equipo de respiración subacuática que los héroes adaptan a los trajes de supervivencia, parecen submarinistas navegando lentamente por un mar seco y mortal.

El Eternauta se convirtió en un clásico de la cultura pop argentina, ayudado por la transformación de Oesterheld, un comprometido hombre de izquierda cuya obra se hizo más abiertamente política con el tiempo, en un santo laico. Tras unirse a un grupo guerrillero que se oponía a una de las sucesivas dictaduras militares del país, fue secuestrado en 1977 y nunca fue encontrado, uniéndose a sus cuatro hijas entre los desaparecidos.

A lo largo de los años, directores argentinos y españoles de alto nivel, como Adolfo Aristarain y Álex de la Iglesia, han hablado de adaptar El Eternauta; Lucrecia Martel, dos veces nominada a la Palma de Oro, pasó más de un año trabajando en un guión. El propio Oesterheld estuvo involucrado en una serie de televisión animada que no prosperó.

El ganador, finalmente, fue Bruno Stagnaro, cuya serie de seis episodios para Netflix (se estrenó el 30 de abril) cumplió los requisitos de la familia Oesterheld de ser en español y estar ambientada en Buenos Aires.

El Eternauta se ha actualizado a la era de los teléfonos móviles, y se ha ampliado el núcleo de personajes, pero sigue a grandes rasgos la historia de Oesterheld. Cae nieve tóxica, aunque ahora con el acompañamiento auditivo del viento constante, un tipo de fantasmagoría diferente al silencio de la lectura. Mantener cada centímetro del cuerpo cubierto, con abrigos o ponchos o sábanas de plástico, es crucial. Los cascarudos gigantes hacen acto de presencia.

Esta fidelidad es más fácil de mantener de lo que sería si la temporada fuera más larga; los seis episodios terminan más o menos en el punto en el que el libro da un giro y se convierte en un osado pulp a toda regla que hace fruncir el ceño, con un sabor particular de postura antiguerra fría e idealismo tipo “una plaga sobre ambas casas”. Puede que una segunda temporada de la serie tenga que esforzarse un poco más para evitar que los espectadores contemporáneos la abandonen.

Stagnaro, quien creó y dirigió la serie y fue uno de los cinco guionistas, ha hecho un trabajo muy meritorio. Junto a su director de fotografía, Gastón Girod, dan a los paisajes urbanos nevados llenos de cadáveres y vehículos muertos una belleza silenciosa. La acción es legible, aunque los rostros y los cuerpos cubiertos a veces pueden causar confusión momentánea. (En ocasiones es un recurso dramático).

Stagnaro ha hecho una concesión importante a las preferencias contemporáneas, y aunque no se le puede culpar -simplemente está haciendo lo que hacen todas las adaptaciones de plataformas de streaming-, es una elección que hace que la serie sea más ordinaria de lo necesario.

Stagnaro ha tomado una historia sobre un pequeño grupo de personas, cada una con unas cuantas peculiaridades de personalidad, y ha añadido capa sobre capa de detalles melodramáticos y misteriosos, “humanizando” a los personajes, lo que significa convertir una historia de acción y terror ligeramente kitsch con un trasfondo filosófico en algo que es al menos un 50 por ciento una telenovela de buen gusto. Menos La guerra de los mundos, más The Last of Us. Esta es la estrategia predominante de los dramas televisivos actuales, y es más difícil de lograr con buena calidad de lo que la gente quiere admitir, lo cual es la gran razón por la cual tantas series dramáticas se sienten igual.

No he dicho mucho sobre los detalles concretos de la trama de El Eternauta, en gran parte por deferencia a Netflix, que proporcionó una lista de elementos a “no revelar” de tal amplitud que minó mi espíritu (yo no dije nada sobre cascarudos, ¿OK?). Se sugirió que solo se identificara a un actor con un personaje, la estrella argentina Ricardo Darín, quien interpreta a Juan Salvo, líder de los supervivientes. Así que ahí está. Lo hace muy bien.

La primera pregunta que podrías hacerte sobre la serie es una que definitivamente no estoy autorizado a responder: ¿Qué o quién es un eternauta? La novela gráfica, con su estructura semivictoriana, te proporciona la respuesta enseguida. (Tampoco debía decirte esto, por cierto). La serie no lo hace, así que tendrás que esperar. O gastarte los 350 dólares.

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