Eduardo “Yiyo” Parfeñuk, un comerciante de frutas y verduras de Oberá, recibirá una prótesis para su pierna izquierda amputada, gracias a las gestiones del Nodo de Calidad del Hospital SAMIC de la Capital del Monte. Este avance le permitirá recuperar autonomía tras sufrir una trombosis que derivó en la pérdida del miembro hace casi dos años. La noticia llega como un alivio para Yiyo, quien enfrentó un largo proceso de recuperación física y emocional.
Con 48 años, Yiyo describe a canal12msiones,com su vida antes del episodio: atendía su rotisería y disfrutaba de caminatas diarias. Sin embargo, un problema hereditario de sangre espesa, común en su familia, desencadenó una trombosis repentina. “Menos mal que el coágulo se alojó en la pierna y no en el cerebro o el corazón. Hoy agradezco seguir estanto con vida”.

El desenlace crítico ocurrió en 2022, cuando, tras una semana de estudios y dolor insoportable, los médicos le dieron un ultimátum: salvar su vida o su pierna. “No hubo opción”, recuerda. La primera amputación, por debajo de la rodilla, no fue suficiente; una infección obligó a una segunda cirugía. Pese al trauma, destaca la atención recibida en el SAMIC. “Me trataron excelente, sobre todo en terapia intensiva”.
Durante su postoperatorio, Yiyo enfrentó desafíos físicos y emocionales. Un año después, una severa depresión lo golpeó. “Fue parte un duelo por perder parte de mi cuerpo”. Con apoyo de psicólogos y psiquiatras del SAMIC, logró superar la crisis. “Sin ellos, no estaría contando esto”.
La prótesis fue gestionada por el Nodo de Calidad del hospital, un logro que Yiyo celebra como un regalo. “Para mí, recibir esta prótesis es más valioso que el regalo de un coche de alta gama”. El dispositivo se ajustará sin presionar la zona operada, permitiéndole caminar con estabilidad. “Es como si me regalaran un Mercedes Benz”, bromea, emocionado por volver a actividades simples como pasear o patear una pelota.

Agradecido con el SAMIC, Yiyo resalta la calidad de la salud pública: “No tengo obra social, pero aquí nunca me dejaron desamparado”. Valora especialmente el trato humano: “Dan prioridad a quienes más lo necesitan, sin importar horarios”. Su historia, dice, es prueba de que “hay que vivirla para contarla”. Con fe y apoyo médico, ahora mira al futuro con esperanza: “Dios y el hospital me dieron una segunda oportunidad. También agradezco el acompañamiento de mi familia porque ellos son la razón de todo lo que hago”.
