(*) María Rita Nahúm
Tal vez nos cueste comprender algunos de los laberintos emocionales en los que nos adentramos en estos días, cuando la costumbre norteamericana de celebrar San Valentín, nos invita a reconocer al ser amado. ¿Y si él o ella no está cerca, tomó otro camino o, simplemente, no nos elige más?…Puede ocurrir que, más allá de pensar que esta fecha no se corresponde con nuestra cultura o ver en ella un sesgo eminentemente comercial, aún así sintamos ese vacío peculiar del que se sabe fuera del circuito.
Es entonces cuando amerita una oportuna reflexión: tal vez sentimos que el amor sólo puede expresarse en pareja y olvidamos que es posible encontrarlo en todo. O quizás sea ese pequeño y particular gesto añorado el que nos hace perder de vista la multiplicidad de “amores” que nos rodean y que están allí, al alcance de la mano, a la espera de que nos abramos a recibirlos y nos llenemos de una fuerza nueva que nos revitalice.
A veces nos quedamos mirando el pasado, como si allí habitaran los únicos momentos felices, como si ellos resumieran la potencia en sí mismos. Es entonces cuando nos olvidamos que somos nosotros quienes los llenamos de fuerza. Por eso, hoy quiero proponerle algo.
Receta para tener un día memorable
Si usted me permite, le comparto una idea que hace mucho tiempo aplico. Primeramente, ideo esos momentos especiales que anhelo se hagan realidad. Los visualizo detalladamente y contacto con aquellas emociones que quisiera sentir. Lo que hago después, es tan sencillo como seguir mi propia intuición y convertir las intenciones en acciones. Lo que deseo, depende de mí y no hay quien ejecute mejor mi propio plan.
“Construir” un buen recuerdo, es una cuestión de decisión. ¿Qué me gustaría que sucediera?. ¿Cuándo, cómo, con quién?. Y allí voy, a ocuparme de hacer mi sueño realidad, a construir ese momento que me sostenga en los tiempos difíciles, a lograr aquella sonrisa que me llene el corazón. Pero no lo hago solamente para los demás. Comienzo por mí y por brindarme aquello que soy capaz de conseguir para los otros, por tenerme paciencia y tratarme afectuosamente. Haga la prueba y celebre su propio San Valentín.
… Y fuimos felices … Y comimos perdices.
En pareja o no, busquemos hoy ese abrazo que prolonga la amistad, digamos los ” te quiero” que olvidamos, sorprendamos con un gesto maravilloso de gratitud, provoquemos la sonrisa que cambiará el día de alguien.
Amemos porque sí. Amemos como una nueva y sostenida forma de ser y de hacer, más allá de las fronteras de ancestrales creencias que aún hoy nos limitan . Atrévase a salir a su propio encuentro y ámese como nunca, con esa misma intensidad y dedicación con la que siempre amó a los demás. Recuerde: “Somos la historia que nos contamos…pero somos mucho más que eso”.
Aplicarlo, puede convertir este día en el mejor San Valentín de su vida.
Nadie puede dar lo que no tiene. Experimentar el amor a nosotros mismos es la puerta de entrada a las saludables relaciones de pareja. Así que, como diría Joan Garriga, tenga a bien amarse mucho, porque nadie puede hacerlo feliz más que usted mismo. Esperar que la propia felicidad me la proporcione el otro, es el pedido de un niño.
Seamos adultos plenos. Elijamos el amor. Celebremos la vida.
* Periodista & Master Coach
