La Selección avanzó a semifinales de la Copa del Mundo y los días ya son de descuento. Se sufrió, se gozó y se clasificó. Antes de los cuartos, un asado argentino, con argentinos.
*Por Emiliano Andreoli
Era para liquidarlo antes. No era para sufrir así. Hace falta sufrir para disfrutar. Todo se escuchó en las gradas de Lusail. Todo fue goce, sufrimiento, goce de nuevo. En ese orden transcurrió la serie de cuartos de final desde atrás del arco del penal de Messi. La ubicación a la que accedimos es esa: estar con los hinchas argentinos. Por suerte.
No es nuevo ni una primicia que Argentina haya avanzado a semifinales. Quedará para más adelante dimensionar de qué se trata clasificar a una instancia tan importante de una Copa del Mundo, a la cual no llegaron grandes selecciones como Brasil, España, Alemania y Bélgica. Quedará entender cómo lo hizo y cómo fue resucitando varias veces en el mismo partido.
El fútbol, lamentablemente, no habla de merecimientos y el resultado es lo que cuenta al final del día. Argentina lo mereció y, por suerte, lo ganó. Pero para eso se tuvo que reinventar no menos de tres veces en el mismo partido. Ganarlo en los 90’ parecía una realidad, que se trasladó al alargue y desde el inicio de los penales. Sea como sea, lo mereció siempre y lo buscó con la misma intensidad. Es que la sangre estaba en el ojo tras la semana caliente que propuso Van Gaal, el técnico naranja que bombardeó de la boca para afuera a la Scaloneta.
Lusail, el estadio del sufrimiento
Nos recibió el 22 de noviembre con una derrota inesperada. Nos hizo sufrir en un primer tiempo contra México que fue olvidable. Y en el reencuentro, lo mencionado más arriba. Es Lusail el estadio más grande de esta Copa del Mundo, para Argentina lo grande es el trabajo que debe realizar en cada compromiso. Claro está que nada tiene que ver el estadio, pero sí significa una plaza que ya puso a cada argentino a prueba. El corazón, los nervios, las uñas, todo se consume en esos minutos de partido dentro de Lusail, lugar al que Argentina volverá el próximo martes.
Asado argentino, con argentinos
Javier Maluff es un posadeño que hace 17 años vive en Doha. Eligió el destino, o el destino lo eligió a él. Capitán de la Aerolínea local, construyó su vida en base a viajes por el mundo, formó su familia y la afincó en un barrio cerrado de la capital qatarí.
Fanático del fútbol, pero más de River, cuenta con una colección de camisetas increíble. Cada una de las que atesora en una habitación de su casa tiene su historia. Está presente la de Juan Fernando Quintero del 2018 en Madrid, alguna del Millo de 1931, otras de la Selección. De hecho ayer recibió una de Ecuador en su último partido del Mundial 2022.
Este viernes nos abrió las puertas de su casa para comer un asado, bien a lo argentino, antes del partido. Acudimos, claro está, a la cita, para compartir con Leonardo Pisculichi y Carlos Tenorio (jugador ecuatoriano), unos buenos sándwiches de una carne parecida al vacío. También unas empanadas que sí nos hicieron acordar a nuestras tierras.
En lo de Maluff se toma vino argentino y se juega al truco. Se siente el ambiente futbolero y se habla de lo mismo. Es una casa hecha por y para el fútbol, aunque el padel, de la mano de su hijo Nicolás, está ganando terreno puertas adentro.
Puertas afuera, un barrio cerrado de ensueño, con pileta de uso común y calles a las cuales se accede sólo con invitación. Tras el agasajo para los argentinos (y algún qatarí que llegó en un auto de alta gama), el viaje a Lusail demoró 45’ para emocionarse hasta las lágrimas con la Selección Argentina.
Sí, Maluff tiene entradas para las semifinales, pero “la empresa no me dio el mes de vacaciones que pedí, así que todo va día a día”, expresó en diálogo con radiolt17.com y canal12misiones.com.
*Enviado especial de canal12misiones.com
