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Written by 8:50 pm aaa Módulo B, Economía

Entre la poda y el abandono: así se vive la crisis frutícola en el Alto Valle de Río Negro

Mientras se encarecen los insumos y escasean los recursos, productores como Gustavo Andrenacci siguen de pie en el Alto Valle de Río Negro, sosteniendo con esfuerzo y a pérdida una actividad clave para la economía regional. La crisis frutícola ya no es un riesgo: es una realidad palpable en cada chacra que sobrevive al abandono.

Mientras la poda se transforma en un lujo y los insumos en una amenaza, Gustavo Andrenacci sigue adelante en su chacra, esquivando el abandono que avanza en silencio por el corazón productivo del Alto Valle de Río Negro. En medio de la crisis más profunda que recuerde la fruticultura regional, su testimonio habla del esfuerzo invisible que sostiene a la fruta argentina.

Las tijeras esperan colgadas, pero el tiempo apremia. La poda, ese ritual técnico y paciente que define la calidad de la fruta, este año se posterga en muchas chacras. No por decisión agronómica, sino por falta de recursos. En el Alto Valle de Río Negro, la crisis frutícola ya no es un diagnóstico: es un hecho que se respira en cada hectárea que no se atiende, en cada trabajador que no se contrata, en cada fruta que no se cosecha.

“El año pasado y este están siendo muy complicados para el sector frutícola. Tenemos un problema gravísimo de costos. Tenemos costos de producción muy altos, no sólo en lo que es chacras sino en empaques, lo que es frío, en materiales, y eso repercute directamente en la fruta porque como productor tuve que aprender una palabrita que es ‘variable de ajuste‘. Acá aumenta todo y el ajuste se hace siempre para abajo, para el último escalón que es el productor. Tendría que ser al revés, pues sin materia prima no existiría nada. Acá parece que vale todo, menos lo que va adentro de la caja: la pera y la manzana” expresa Andrenacci.

No obstante, no baja los brazos. Es uno de los tantos productores que eligieron quedarse, a pesar de todo. Su chacra, símbolo de una historia familiar y productiva, hoy es también un termómetro de la emergencia que atraviesa al sector. Allí donde antes se planificaba con visión de futuro, ahora se sobrevive con cálculo de urgencia. Lo urgente reemplazó a lo importante.

Gustavo Andrenacci

Los números no mienten: insumos dolarizados, servicios impagables, créditos inalcanzables. La rentabilidad desapareció, pero el compromiso quedó. Y es ese compromiso el que empuja a Gustavo a seguir recorriendo sus frutales, a repensar cada poda, a ajustar cada gasto sin que se resienta del todo la calidad de su fruta. Pero el margen es mínimo. Y el cansancio, acumulado.

“Cuando un productor baja los brazos, con él se termina la chacra, y se termina la producción. Van a quedar muchísimas chacras abandonadas, muchísima gente sin trabajo, y muchísimos impuestos que no se va a recaudar” explica Gustavo Andrenacci, y agrega que “los insumos subieron, siguen subiendo. Dicen que va a haber una baja, yo todavía la estoy esperando. Los combustibles están caros, siempre se peleó por un combustible para lo productivo pero nunca llegó a buen puerto. Vos pones en marcha un tractor y te consume de 5 a 7 litros por hora. Y cuando empezás a roturar el piso o a prepararlo para las heladas, se gasta una fortuna.”

La mano de obra también se volvió una ecuación difícil: los jornaleros no abundan y los costos de contratación son casi imposibles de afrontar sin asistencia. La respuesta del Estado, dicen muchos, llega tarde o directamente no llega. Las cámaras empresariales y las entidades rurales reclaman, pero en el campo, la solución nunca es inmediata. La chacra no espera, y la fruta tampoco.

En este contexto, la voz de Gustavo Andrenacci adquiere un valor especial: no es sólo el relato de un productor, es la radiografía de un modelo que se deshilacha. Detrás de cada decisión hay una historia, un esfuerzo, una familia. Lo que para el mercado es una caja de manzanas, para el productor es un año entero de trabajo, riesgos y fe.

“Estamos teniendo los mismos valores o menores que el año pasado, con un costo como es el de la poda con un 40% de aumento. Y a mi la fruta me valió menos que en 2024. El combustible aumentó, voy al supermercado y noto que las cosas siguen aumentando. Está costando muchísimo que el productor esté todavía en pie.

La fruta para el productor no vale nada pero el consumidor la paga fortunas. Hoy en día, si al consumidor le está costando comprar carne o verduras, imagínate lo que puede llegar a ser una fruta.”

En una región que supo ser orgullo exportador, hoy se multiplican las chacras abandonadas y las parcelas reconvertidas. Pero también existen estos otros casos: los que se quedan, los que pelean, los que creen que todavía vale la pena resistir.

Con información de www.agrovalle.com.ar

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