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Manuel Belgrano: morir en el olvido, vivir en la historia

Este 20 de junio se conmemora el Día de la Bandera y el 205° aniversario de la muerte de Manuel Belgrano, un patriota que murió en el olvido, sin dinero ni reconocimiento, pero dejó un legado eterno.

Cada 20 de junio, los argentinos celebran el Día de la Bandera en homenaje a su creador, Manuel Belgrano, quien murió en la pobreza, el abandono y el silencio político, pero con una convicción inquebrantable: la libertad de su patria.

El 20 de junio es más que una efeméride. Es la fecha en la que Argentina honra a su bandera y al hombre que la creó, Manuel Belgrano. Este año se cumplen 205 años de su muerte, y su figura sigue iluminando los ideales de libertad, sacrificio y educación. Belgrano no solo fue un militar y político; fue un visionario, un hombre que murió en el más profundo olvido, sin dinero ni honores, pero cuya obra permanece indeleble en el corazón de la Nación.

Nacido el 3 de junio de 1770, Belgrano fue abogado, diplomático, periodista, militar y economista. Impulsor de la educación femenina y la instrucción pública, entendía que la libertad solo podía sostenerse en una sociedad instruida. Donó la recompensa de sus triunfos militares —40 mil pesos— para fundar escuelas en el interior del país, en lugares donde el Estado todavía no llegaba. A pesar de su entusiasmo, nunca vio concretada esa obra: las escuelas demoraron más de un siglo en abrir.

Triste y solitario final

En 1820, a los 50 años, moría en su casa natal de la calle Pirán, en Buenos Aires, enfermo y casi sin compañía. Sufría hidropesía, afecciones cardíacas y renales. Lo atendían los médicos Joseph Redhead y John Sullivan, dos extranjeros que compartieron con él no solo el saber científico, sino también la dignidad humana. Sullivan llegó a tocarle música en el clave para aliviar sus penas. Pocos más se acercaban. “Se vio abandonado de todos el general Belgrano”, lamentaba su amigo José Celedonio Balbín, que debió prestarle dinero para que pudiera regresar desde Tucumán, donde el gobernador Bernabé Aráoz le negó apoyo económico.

manuel belgrano

Había sido injustamente encarcelado por un motín en Tucumán y decidió volver a Buenos Aires a morir. En el camino recibió solo indiferencia, salvo por el saludo afectuoso de sus tropas cuando entregó el mando. De sus hijos —Pedro Pablo, con Josefa Ezcurra, y Manuela Mónica del Corazón de Jesús, con María Dolores Helguero— solo dejó instrucciones secretas para que sus hermanos se ocuparan de su educación. En su testamento, del 25 de mayo de 1820, se declaró soltero y sin descendencia, aunque cuidó que sus hijos tuvieran futuro.

Murió un martes, a las 7 de la mañana del 20 de junio, en una ciudad asolada por la guerra civil. Aquel día Buenos Aires tuvo tres gobernadores distintos: Ramos Mejía, Estanislao Soler y el Cabildo. Nadie reparó en la muerte del creador de la Bandera Nacional. Solo cinco días después, un periódico —el Despertador Teofilantrópico Místico Político— dio la noticia.

La autopsia, realizada por Sullivan, reveló un cuerpo devastado: un corazón agrandado, pulmones atrofiados y flotando en líquido, y un tumor en la zona hepática. Lo enterraron en el convento de Santo Domingo, con un hábito dominico, en un ataúd de pino cubierto con un paño negro. La lápida fue un mármol que había sido parte de un mueble de su hermano.

Manuel Belgrano, el legado

Aquel hombre que ondeó por primera vez la bandera celeste y blanca el 27 de febrero de 1812 en Rosario, y que luchó por la independencia en las batallas de Salta, Tucumán y el Alto Perú, falleció sin honores. Pero su obra, su símbolo y sus ideales sobrevivieron a la ingratitud de su tiempo.

día de la bandera

Hoy, en cada escuela del país, los niños juran lealtad a la Bandera Argentina. Se canta el himno, se recuerda su gesta, se enseña su nombre. Cada bandera flameando en el mástil es un acto de justicia histórica. Porque Manuel Belgrano, aún sin pretenderlo, se convirtió en el alma de la Patria.

En el Día de la Bandera, vale recordarlo no solo como un creador de símbolos, sino como un hombre íntegro que dio todo por su país. No pidió reconocimiento, no buscó poder. Solo deseó una Nación libre y educada.

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