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Written by 1:41 pm Notas de opinión, Política

El código para gestionar el caos

(*) Por Nicolás Marchiori

Intuitivamente tendemos a asociar a la palabra caos con una situación imposible de gestionar.

Durante mucho tiempo, la resiliencia se posicionó como un patrón de referencia para la gestión exitosa de las organizaciones. Sin embargo, el ensayista e investigador líbano-estadounidense Nassim Taleb propone un concepto revolucionario: la antifragilidad. Mientras la resiliencia intenta soportar el caos, quien es antifrágil prospera gracias y a pesar de él. Taleb sostiene que en un mundo impredecible como en el que vivimos actualmente, ser antifrágil es superior a ser resiliente. “Lo resiliente resiste los golpes y sigue igual”, afirma. Por otro lado, lo antifrágil se fortalece con cada golpe asimilado en un contexto de caos.

La diferencia clave radica en que la resiliencia se enfoca en volver al estado anterior, mientras que un sistema antifrágil busca mejorar. La antifragilidad no solo sobrevive a la incertidumbre, sino que sobrevive gracias a ella.

Taleb hace hincapié en la importancia de “abrazar la incertidumbre” en lugar de evitarla. Esto implica reconocer humildemente la limitación de nuestra capacidad de predecir y controlar todos los eventos de nuestras vidas. Al final, se trata de reconocer que la incertidumbre no es algo a evitar, sino un terreno fértil para la creatividad, la innovación y el descubrimiento. El ensayista e investigador remarca que la antifragilidad fomenta la innovación y permite desarrollar una cultura de aprendizaje continuo. La clave está en aprender rápidamente de los errores y adaptarse.

Hay sistemas y personas que no solo se recuperan de los impactos externos, sino que realmente se fortalecen a través de ellos. Esta noción desafía la forma convencional de pensar y ofrece una perspectiva radicalmente diferente sobre cómo enfrentar los desafíos y la incertidumbre.

En el ámbito de las empresas emergentes, las que adoptan la antifragilidad suelen superar a la competencia. Las empresas emergentes que mantienen una estructura ágil y adaptable están mejor preparadas para pivotar cuando sea necesario, lo que garantiza no solo sobrevivir a las turbulencias del mercado, sino también prosperar en ellas. Al mantenerse ágiles, aprender de los contratiempos y adaptar las estrategias, estas empresas emergentes encarnan la mentalidad antifrágil.

A medida que navegamos por las complejidades surgidas de las vicisitudes de la historia, comprendemos que abrazar el caos puede conducirnos, no solamente a sobrevivir a las turbulencias de escenarios hostiles, sino también a prosperar en ellos. El camino hacia la prosperidad a menudo implica encontrar la fuerza en la simplicidad y el valor en la sustracción.

En virtud de lo dicho hasta aquí, podemos afirmar con total certeza que el caos puede ser pensado y gestionado. Solo hay que tener el código adecuado para enfrentarlo.

Liderar en el caos

No hay dudas de que transitamos un nuevo tiempo que nos obliga a detenernos, al menos por un momento, y razonar sobre los múltiples tsunamis que nos asaltan en forma de fake news. Entre todas las amenazas que pesan sobre las sociedades actuales, la desinformación se sitúa en un lugar preponderante. La artificialización de la realidad, la distorsiona y empuja a la ciudadanía a crear una falsa percepción de las cosas que afecta de lleno a la calidad democrática.

En los últimos años se han realizado muchos análisis sobre el extremismo y el odio en internet. Particularmente, han tenido especial atención el alcance de las campañas y los grupos destinatarios de las mismas. Estas personas tienen algo en común: todas se ven en la necesidad de luchar con una crisis de identidad. En tal estado, todos son susceptibles a la radicalización. En estos grupos, la frustración individual se eleva a un nivel colectivo y se le ofrece una explicación. Tiene un proceso de socialización al cual la radicalización y el adoctrinamiento ideológico están subordinados.

Este “empujar” cada vez más los límites ocurre concretamente con cada acción impulsada por ciertos sectores irresponsables de una oposición que desde un tiempo a esta parte despliega una campaña sistemáticamente de intoxicación mediática a través de las redes sociales con mentiras, medias verdades, acumulación de miedo, odio y revancha. Un escenario de caos que va a contramano de la naturaleza del pueblo misionero que ha elegido vivir en paz, lejos de los conflictos que caracterizan a otras sociedades.

Dicho esto, la tarea principal del líder en el caos es ser visible, poner la cara. Lo que se necesita en estos contextos es un “faro en una tormenta” que muestre el camino y se confiable. Si el líder logra construir confianza, podrá consolidar estructuras que permitan salir del caos.

En una reunión de dirigentes del Frente Renovador Neo celebrada en diciembre de 2022, Oscar Herrera Ahuad consideró que “la conducción, el orden en la política, la respuesta hacia una línea que genera certezas y genera confianza es el modelo que se impone en una sociedad, no hay posibilidad de que la sociedad empatice con alguien si no hay confianza. Y esa confianza se da en la política cuando hay una conducción sólida”. En aquel recordado encuentro, el actual presidente del Parlamento Misionero sostuvo, visiblemente emocionado, que los dirigentes renovadores tienen la bendición de la historia de haber nacido políticamente en ese espacio y con la conducción del Ing. Carlos Rovira, alguien que siempre tiene la palabra justa y da certezas respecto hacia dónde hay que ir.

El pasado jueves, el conductor del Frente Renovador Neo, Carlos Rovira encabezó una reunión de alto nivel político en donde no sólo definió los nombres de quienes integrarán la lista de candidatos a diputados nacionales de cara a octubre, sino que también trazó la hoja de ruta electoral.

Dentro de los conceptos transmitidos por Rovira a la dirigencia presente dejó grabado a fuego que la gestión no es un slogan, es el candidato silencioso que debe despertar con más fuerza que nunca en tiempos de crisis.  El Conductor remarcó que la etapa que se abre exige humildad, autocrítica y gestión plena. “El caos requiere gestión. Pero para gestionar el caos, hay que mirarse al espejo y hacerse cargo”, planteó. Esta frase resume una postura que escasea en la política argentina actual: en vez de victimización, responsabilidad; en vez de excusas, trabajo.

Mientras el país atraviesa una crisis económica y social con efectos devastadores, en donde vemos provincias como el caso de Entre Ríos que congelan salarios y otras tantas que exhiben sus sistemas sanitarios colapsados, un Estado eficiente como Misiones luce como una excepción a la dura realidad.

Un Estado eficiente es aquél cuyo gobierno logra construir una administración pública ordenada y coherente. Una administración que, en función de objetivo y metas predeterminadas, establece las gestiones pertinentes. Una administración profesional, estable, que sirva con calidad a la ciudadanía. Una administración que sepa planear con sentido estratégico, capaz de programar, evaluar y controlar adecuadamente, sin excesos que limiten o anulen la ejecución responsable. Pese al complejo panorama nacional, la Provincia mantiene la inversión salud, educación y obras de infraestructura.

Por eso, cuando hablamos de eficiencia no nos estamos refiriendo al concepto tradicional que tiene íntima vinculación con la austeridad, estamos hablando de un nuevo concepto en función de valor público. Significa que cada peso que gasta el Estado debe ser valorizado por la ciudadanía a través del servicio que recibe, si no es así, estamos hablando de un Estado ineficiente.

En tiempos de crisis en donde quienes gobiernan con un Excel recortan gastos sin medir el impacto en la sociedad, el proyecto político de la Renovación garantiza un equilibrio entre las demandas sociales y las capacidades financieras de la provincia, lo que refleja el compromiso con la inclusión social y la mejora de calidad de vida de cada misionero.

En este contexto, Misiones siguen siendo refugio de esperanza y dinamismo en un país paralizado por el conflicto y la incertidumbre.

(*) Abogado. Diplomado en Manejo de Crisis y en Análisis de Procesos Electorales. Especializado en Comunicación de Gobierno y Electoral. Becario de la Fundación Konrad Adenauer (Alemania) y del Centro de Análisis y Entrenamiento Político (Colombia).

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