No sé qué pensarán ustedes, pero llevamos un mes con los libertarios y no veo ningún avance más que el de los mismos de siempre. Claro que nadie que sea medianamente lúcido se le ocurriría pensar que la cuestión económica, la más enmarañada, se vaya a corregir de un día para el otro, pero es que tampoco se logró un acuerdo político mínimo que pueda darnos un poco de certidumbre sobre el futuro del país.
Y como muestra a esto último, esta semana hemos visto la facilidad con que el diputado José Luis Espert, en su rol de presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja, cancela las voces opositoras dándole al botón con el que se cortan los micrófonos como si fuese el gatillo de un fusil automático.
A ver si consigo explicarme. Las escenas que hemos visto en el Congreso nos indican que, aunque el agua nos llegue al cuello, los argentinos seguiremos a merced de una clase política mezquina e ignorante y de un pequeño puñado de aprovechadores que prefieren guardarla en paraísos fiscales, me refiero a la casta empresarial, a los que se les condona deudas millonarias sin hacer mucho ruido y cada tanto se les permite un blanqueo de capitales cuando la familia se agranda. Y vamos a seguir en esa encerrona hasta que no haya un acuerdo político nacional, un pacto a la Moncloa, un compromiso político de largo aliento.
Lamento decirles que en Misiones tampoco habrá acuerdo, ni pacto ni nada que se le parezca y que en los próximos meses veremos en nuestra Legislatura a una oposición valentonada, dispuesta a todo, montada sobre una victoria que no les pertenece, pero ni de cerca. Y los renovadores que desestimen esa amenaza se equivocarán.
Me animaría a decir que el problema de fondo es el espíritu que guía la toma de decisión política. Lo tomo del barón de Montesquieu, lo recordarán, el filósofo francés de la ilustración que publicó El espíritu de las leyes. Sí, el ideólogo del compromiso político entre la burguesía y la nobleza que defendía la idea de una monarquía constitucional moderada, el principio de la división de poderes y que terminó dándoles en los dientes al orden feudal de su tiempo.
Charles (Carlos), así se llamaba el pensador, sostenía que cada tipo de gobierno surgía de la naturaleza de su propia organización social y que el principio de la virtud política se encontraba en la república. Pero ojo, porque detrás de todo eso estaban las pasiones humanas. Entonces, interpretaba la ley como “una relación necesaria, emanada de la naturaleza de las cosas”.
Ahora hagamos el ejercicio de posar esa lente sobre los intereses del oficialismo local (Renovación Neo) y su oposición, el aglomerado integrado por la UCR, el PRO y Activar. El espíritu que guía la toma de decisión política de los primeros es el de la responsabilidad de gobernar. En cambio, el que rige el camino de los segundos es el de la especulación partidaria.
La renovación consolidó un modelo propio que evoluciona como reacción de la propia naturaleza de la sociedad que la sostiene a través de las elecciones. Las otras fuerzas políticas giran el timón a babor o estribor de acuerdo con las luces de un faro que se encuentra en un puerto alejado, en otras tierras.
Me consta que hay integrantes del aglomerado opositor que no están de acuerdo con el desmantelamiento del INYM que promueve el presidente Javier Milei. De la misma manera, hay otros que lo aplauden buscando volver a las épocas de los capangas de la yerba mate. “Esas diferencias no tienen nada que ver con los acuerdos que tenemos a nivel provincial”, me dijo un hombre clave del armado opositor local.
¿Cuál es el espíritu que guía la toma de decisión política de los dirigentes de la oposición local, los liberales tardíos? Es el espíritu de la responsabilidad de quienes deben custodiar y defender a la sociedad frente a la incertidumbre y el caos, o es el espíritu de la especulación, el mismo que se deja arrastrar por las pasiones personales.
¿Los Cambiemos de Misiones dirán algo sobre el desastroso índice de inflación libertario en el NEA que fue del 29 por ciento, la más alta en 35 años? Tal vez no, no sea cosa que se despeinen y el espíritu se les vaya a ensuciar de paja y polvo.
(*) Escritor, periodista y licenciado en Relaciones Internacionales. Grupo Atlántida.
