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Amar la profesión, abrazar la vocación

Cada 7 de junio se celebra el día del periodista en Argentina. El rol clave en la construcción de la libertad y la construcción de la república. Un trabajo sin vacaciones, sin descanso, pero maravilloso.

Por Santiago Sanabria*

Desde el mismo día que tomamos la decisión y hasta el final de nuestros tiempos. vivimos, pensamos y sentimos como periodistas, eso somos. Críticos, celosos de nuestro trabajo y profesión, pero no por egos, sino por amor, del verdadero, de ese que nace sin tener un día o un momento en específico, simplemente llega y se mantendrá ahí hasta el final de los días. Nos cuestionamos todo casi como una filosofía, dudamos, consultamos y preguntamos siempre, es nuestra herramienta para entender y explicar, para contar, para narrar.

Las primeras preguntas serán absurdas, nerviosas, con voz temblorosa, pero será el primer paso a un camino que perdurará por siempre. No existe periodista que haya olvidado la entrevista con la que comenzó a marcar su carrera, sea como estudiante o ya como un estudiante egresado de las diferentes carreras, tecnicaturas, licenciaturas, privadas o públicas.

Somos una especie rara que se defiende con uñas y dientes, porque entendemos el sacrificio, las horas de trabajo fuera de las oficinas, el la calle, con tormentas torrenciales, con temperaturas insoportables, calores agobiantes, fríos capaces de congelarlo todo, excepto una cosa, las ganas de un periodista por encontrar y contar esa noticia, esa historia.

En democracia o en dictadura, siempre firmes, haciendo llegar lo más básico y primitivo, comunicar, transmitir. Algunas veces pensamientos, otras emociones. Datos crudos o conceptos. Diarios, radios o canales de televisión, todos pasamos por lo mismo, buscando llevar adelante una profesión de la que solamente se puede vivir con pasión. Las horas extras son nuestro pan de cada día, preparar una entrevista con días de antelación, quedarnos más tiempo para redactarla, armarla o editarla. Vivimos así, llegamos tarde a nuestros hogares o salimos más temprano para llegar a la oficina y poder pensar un poco más, otra mirada, otro punto de vista. Otra pregunta, otra duda.

Vivimos para todos los que están del otro lado, para quienes nos leen, nos escuchan o nos miran. El mundo no es de color de rosas para nosotros, tendremos nuestros críticos por y para siempre por los siglos de los siglos, esa es una regla con la que habitamos este sitio. Miradas de admiración o desprecio.

El periodismo no se puede hacer por dinero, porque las emociones y pensamientos no tienen un precio. Porque un periodista que trabaja sin sentir, sin orgullo, amor y pasión, simplemente comunicará, jamás podrá penetrar hasta tocar la más profunda de las fibras humanas del receptor del mensaje.

Las estadísticas no serán nuestras aliadas, ya que el periodismo es una de las profesiones con más arrepentidos en el planeta entero. Por eso no se trata solamente de un trabajo, es una vocación, ese llamado del alma. Al que solamente los valientes respondemos con pasión y entrega.

Nuestros desaparecidos, muertos y exiliados demuestran solamente que la verdad será siempre un dolor de cabeza para los tiranos que quieren disolver la libertad de expresión en tiempos de dictadura en el país. La piedra en los zapatos de aquellos que con la manipulación y el abuso de poder nos quieren silenciar. El tábano de Grecia, término utilizado por Platón en la Apología​ para describir la actuación de Sócrates como un incómodo aguijón para la escena política ateniense, como un espuela o una mosca que pica despertando a un caballo lento.

El periodismo fue clave para la propia concepción de nuestra patria. Un 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó La Gazeta de Buenos Ayres. Desde ese momentos los vientos de cambio comenzaban a movilizar a millones de criollos establecidos en esta parte del globo, con la idea firme de la liberación de las potencias europeas, con la independencia como horizonte.

En esos mismos conceptos nos basamos siempre, con democracia o dictadura, siempre ahí, firmes, porque la comunicación es inherentemente humana, es necesaria para crecer, para conocer, para saber. Debemos conocer lo que pasó para prevenir lo que pueda ocurrir: esa es la finalidad de la historia.

Los tiempos han cambiado, hoy la llegada es diferente, las redes sociales abrieron el mundo a miles de millones informaciones falsas con accesibilidad total a cualquier persona. Esa es la misión, la guerra declarada ante las fake news. Si algo nos enseñó la pandemia del Coronavirus a la sociedad en general, es que la desinformación, no chequear las fuentes o creer y compartir todo lo que vemos en la red, también puede terminar con la vida de las personas.

*Periodista. Redactor en canal12misiones.com

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