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Los misterios detrás de las tumbas de mujeres que descansan en La Piedad

Educación, política, arte y tragedia se unifican en los paseos guiados de la necrópolis. El sitio alberga historias de personajes emblemáticos de la cultura posadeña. El recuerdo permanece vigente en cada una de los mausoleos.

Por: Brisa Bujakiewicz

El viento otoñal se sentía en cada recoveco del pórtico de acceso al cementerio La Piedad de Posadas. Tal como en un tablero de ajedrez, los azulejos blancos y negros del piso acompañan la arquitectura de estilo romano diseñada por Bustillo Madero en el siglo XIX. El recorrido comenzó de manera puntual, a las 17:00 horas. Junto a otros turistas atraídos por conocer la historia de las mujeres que marcaron la cultura regional, nos reunimos en aquella fracción de arte que da la bienvenida a la ciudad de los muertos. Las cronologías, imágenes y menciones de las guías dieron contexto a las próximas dos horas de trayecto. 

Tantas esculturas más que sugerentes, tanta necrofilia”, dice Mariana Enríquez en su libro Alguien camina sobre tu tumba. Quizás, una de las frases que resonó unos segundos en mi cabeza al observar las esculturas ubicadas en la entrada a la necrópolis, en la parte alta de los mausoleos y los panteones. Querubines, ángeles y vírgenes componen el eterno recuerdo de las tumbas posadeñas. 

El duelo eterno

La primera parada fue en el mausoleo de Teresa Warenycia, artista plástica y profesora de arte de la ciudad, quien falleció trágicamente en 2015. Lo primero que observé en el lugar fue el mural paralelo al espacio donde descansan sus restos. En unos pocos metros cuadrados, sus alumnos inmortalizaron su arte. Con pinturas que reflejan la cultura cedida por Teresa a Posadas, su recuerdo permanece vigente en cada pincelada de cariño de quienes la consideraban su mentora. 

La visita guiada continuó en dirección al panteón del Instituto de Previsión Social (IPS). Previo a ello, otros tantos nombres y fotos se presentaron ante mis ojos. Tal vez, lo más duro es no comprender la partida de los niños. La tumba de un bebé, de tan solo meses, con un sonajero encima me llevó a empatizar con el dolor de una familia que no conozco y probablemente jamás conoceré. La foto de un adolescente de 14 años, junto a la placa de despedida que dice “Te amamos por siempre, tus padres y hermana”, y una vela consumida por el llanto de una madre que vivirá un duelo eterno me llegaron tan profundo, que mi mente se silenció durante un lapso de tiempo.  

Foto tomada en uno de los pasillos del cementerio

Renacer en el cementerio

Las ruinas de la Capilla Octogonal fueron otra parada obligatoria del trayecto. Las piedras porosas que exhiben la historia fueron capturadas por mi retina digital. El renacer de la naturaleza quedó expuesto en las raíces de un árbol que tomaron fuerza al atravesar los ladrillos de una de las ocho esquinas. La belleza de la creación del hombre y la existencia de la vida se unificaron en los restos del micro edificio. 

Con vidrios de colores en sus laterales, el panteón del IPS me hizo ver una parte más vivaz de la muerte. Como si el concepto de “recuérdenme con felicidad” apareciera en cada una de las personas que ahí descansan, a través del reflejo del sol que entraba por los cristales de distintos tonos. El edificio tiene tres pisos unificados por escaleras. Desde el tercer piso se observan todos los nichos. En esta oportunidad, mis ojos estaban direccionados a la planta baja. 

El recuerdo de su labor en el ambiente y su creatividad en el entretenimiento me mantuvo cautivada por un momento. Ubicada en el nicho número 1.243, Maruja Ledesma, impulsora del teatro de títeres y creadora de la Comedia Misionera, fue la homenajeada. La creación de títeres con pasta de mandioca y haber elegido a Misiones para descansar en paz fueron dos de las múltiples acciones, que ponen de manifiesto el amor que sentía esta mujer por la provincia. La tierra que eligió, desde pequeña, como su hogar. Mientras subía por las escaleras rumbo a otros destinos del itinerario, pensaba en la importancia del homenaje a las mujeres regionales, pero más aún en Maruja. Si bien ella no nació acá, eligió Misiones como su casa y apostó a la cultura local. 

La política y la presencia de las almas

Parada bajo un viejo árbol con miles de despedidas en su haber, escuché como el rol de la política comenzaba a tomar forma. En un trayecto próximo al edificio anterior, Ida Fanny Simblina Ettori -como figura en su epitafio- fue la protagonista por un rato. Chicha Contristano, como la conocían sus allegados, fue dirigente política y social, legisladora provincial y ciudadana ilustre de Posadas. Al mismo tiempo, fue una de las mujeres que marcó un antes y después en el rol político femenino de la provincia. Ahora, a quince años de su deceso, familiares y amigos aún dejan flores en la tumba de la dirigente que descansa en La Piedad, próxima a la de su esposo, Aldo Belisario Contristano. 

El trayecto siguió a pasos lentos y con nombres que surgían entre los comentarios como un recuerdo pasajero, pero vigente. Durante la caminata hacia la próxima estación miré hacia arriba. Dos colibríes revoloteaban en uno de los árboles del lugar. En varias ocasiones escuché que la presencia de picaflores son las almas de nuestros seres queridos que vienen a decirnos que todo está bien. Si bien no tengo familiares en La Piedad, la idea de que eran almas con un mensaje positivo logró difuminar la sugestión en mi cabeza. 

Cruz Mayor del Cementerio La Piedad

XP fue lo primero que leí al ver la Cruz Mayor de la necrópolis. Ante mi pregunta acerca del significado, las guías me detallaron que se denomina Crismón. Representa las dos primeras letras de la palabra Cristo, en griego. En la Cruz central, el crismón se encuentra pintado de negro, en el centro de la estructura de madera blanca. Este espacio fue elegido para recordar a tres mujeres que están enterradas en otros cementerios. 

Superheroínas sin capa

María Eve Reca, doctora en Química y pionera de la Micología; Margarita Schwarz, paracaidista, y María Luisa Alonso de Zambrano, profesora Superior de Danzas Folclóricas, fueron recordadas en el centro. En este punto, el concepto que tomó fuerza fue el de superhéroe. Las encargadas de contarnos la historia de cada una de ellas, trajeron a colación las palabras de la hija de Margarita Schwarz. Ella había visto a su mamá como una superheroína durante toda su vida y la presentaba ante sus compañeros de colegio como una súper madre. Ese relato me hizo pensar en que cada una de las mujeres mencionadas hasta esta instancia eran heroínas sin capa. En el caso de Margarita, también sabía volar. 

Ya con el sol en descenso y el otoño que comenzaba a sentirse en cada brisa, el mausoleo elegido para el recuerdo fue el de Ana Ofelia Ruiz Reca y su familia. En este caso, la poesía estuvo presente. Casi como un presagio, la escritora puso en palabras como deseaba despedirse de este mundo. Una de las guías leyó los versos compuestos por Ruiz en el que citaba que, el día que le toque despedirse de su tierra, anhelaba que sea en el atardecer. El horario de su deceso, se estima, fue el ocaso. Ana Ofelia falleció en un trágico accidente junto a su esposo. Tiempo después, murió su hija. Toda la familia descansa en el mismo sitio. 

El ocaso y un amor filial

Hacia el final pasamos frente a varios sepulcros. Quizá por su arquitectura o las manchas de humedad, una de sus esculturas me llamó particularmente la atención. No sé en qué año falleció ni el nombre de la persona que descansaba ahí. La sensación de oscuridad opacaba cualquier entusiasmo por conocer la historia. Mi intuición ganó a la intriga y continué rumbo a la próxima posta.  

Mausoleo ubicado de forma paralela a la Cruz Mayor

María Elvira Baldi de Luján fue la siguiente homenajeada. Como dirigente histórica del peronismo misionero ocupó una función clave en la provincia: la presidencia de la convención constituyente, que sancionó la primera carta magna de Misiones. Más allá de su historia, muy importante para la política regional, lo que atrajo mi atención en su mausoleo fue el amor filial que se relucía en cada detalle. Las hijas de Baldi se encargaron de acondicionar el espacio donde descansa su madre. Con flores, palmeras y placas que recuerdan el afecto que tenía hacia ella, la imagen de la persona que fue tomó relevancia por sobre la faceta de política. El orgullo y recuerdo de sus hijas, como la importancia por mantener vigente su historia, son notables en esta parada.

Pasillo donde se ubica el mausoleo de María Elvira Baldi de Luján.

Con los últimos rayos del sol avanzamos a la anteúltima tumba. Elena Aída Fernícola, docente y política argentina del Partido Peronista Femenino, integró la Cámara de Diputados de la Nación en 1951. Al ocupar una banca en el Congreso, formó parte del primer grupo de mujeres legisladoras en Argentina. Un aporte más para la historia femenina. Elena está junto a su padre y sus hermanas, en uno de los mausoleos próximos a la entrada, a pasos de la última posta del recorrido: Clotilde González de Fernández Ramos. Ella fue maestra, profesora de piano y escritora argentina, una de las pioneras en la educación de la provincia. A diferencia de las otras tumbas recorridas, Clotilde se presentó ante nosotros.

La tecnología que revive a los muertos

La tecnología es una herramienta interesante. Cuando era chica, jamás imaginé ir a un cementerio, escanear un código QR y que la persona muerta me hable. Pero el tiempo pasa y la digitalización también llegó a los cementerios. Ahora, escuchar a los muertos en el celular es posible. En esta ocasión, Clotilde estaba en nuestros teléfonos para contarnos su vida, sus aportes y su legado. Con vestimentas de la época y un tono de maestra dulce y amable, la mujer resumió su vida en tan solo unos minutos. 

Foto tomada desde el pórtico de acceso

Ya con la luna como faro, el cierre del circuito volvió a su punto de inicio. El pórtico de acceso ahora era el de salida. El reloj marcaba las 19:00 y las historias habían llegado a su fin. Para inmortalizar ese momento, el grupo conformado durante esas dos horas posó en las escaleras del arte romano y sonrió para una foto final. 

Fotos: Brisa Bujakiewicz

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