Aníbal encontró a Yeca abandonada en uno de sus viajes. La adoptó y ahora es parte de la familia. Un ciclista y su fiel compañera de cuatro patas mantienen el deseo de continuar su viaje por todo el mundo.
Por momentos, las historias tienen como protagonistas a personajes fuera de lo común. Aníbal y Yeca, su perra, se encontraron en un viaje por razones del destino. Desde hace siete años recorren las rutas latinoamericanas juntos, para vivir odiseas y experiencias encima de la bicicleta.
“No me imagino un viaje sin ella”, inicia la conversación Aníbal con Canal 12, mientras Yeca descansa recostada en el canasto de la bicicleta, en una calle céntrica de Posadas.
El joven es licenciado en administración de empresas y técnico informático. Durante diez años trabajó en Buenos Aires para la firma Microsoft. Además es hijo de un famoso tanguero. Pero un día decidió renunciar a esa vida para ser, como él dice, “su propio jefe”.
Hoy es “millonario” en amigos e historias. Para subsistir, vende pulseras, artesanías y recibe ayuda de la gente. El cielo es su única casa cuando descansa a la intemperie sin horarios. Pero no está solo: va acompañado de su brújula de cuatro patas, su amiga incondicional, su alma gemela o como él la define, Yeca o Lleca, cuyo significado es calle.
Ambos se conocieron en uno de sus viajes. Yeca estaba abandonada y él la adoptó para crear una alianza de amor y aventuras juntos. Con su fiel compañera, llevan recorrido kilómetros y kilómetros por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Paraguay.
Aníbal cuenta que uno de sus sueños es llegar a Alaska. Aunque reconoce que “Yeca está grande y no sabe cuánto tiempo podrán seguir con esta aventura”. De momento, disfrutan el ahora y en cada viaje suman innumerables kilómetros e historias nuevas por contar.
Ingrid Elian Fedorischak