Hoy, 30 de octubre, se celebra la recuperación de la democracia. Hace 40 años se volvieron a abrir las urnas para asegurar la genuina representatividad. Gracias al sistema democrático el pueblo confirma su poder de elegir libremente a sus representantes.
El 30 de octubre de 1983, por reclamo popular, se volvieron a abrir las urnas para sellar el retorno a la democracia. Millones de argentinos concurrieron a las elecciones que ungieron a Raúl Alfonsín, como Presidente electo para terminar con siete años de la más sangrienta dictadura.
Más del 85% de los 18 millones de ciudadanos habilitados para sufragar se acercó a ejercer el derecho que había sido cercenado por la dictadura militar.
Hoy, se celebran 40 años del histórico momento. Gracias al sistema democrático el pueblo reivindica su poder de elegir libremente a sus representantes.
En 1983 la jornada estuvo cargada de expectativa y esperanza. Una gran cantidad de jóvenes había crecido gran parte de su vida bajo el imperio de regímenes militares. Ya adultos, tenían la oportunidad de votar por primera vez.
El regreso formal de la democracia se concretaría el 10 de diciembre de 1983, con la asunción de Alfonsín. Los festejos desbordaron las calles y abrieron la etapa más larga sin golpes militares en la Argentina.
Contexto histórico previo
Fueron 10 años con las urnas cerradas y guardadas. Una década había pasado desde los últimos comicios. En 1973 los argentinos habían elegido a Juan Domingo Perón para hacerse cargo de la Casa Rosada. Su muerte, el interinato de María Estela Martínez de Perón, y el golpe de Estado que inauguró el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional se sucedieron de manera caótica y violenta. Todo con una crisis económica de fondo.
La derrota en la Guerra de Malvinas frente al Reino Unido terminó de llevar al abismo al régimen militar. No pudieron estirar más su estadía ilegal al frente del Poder Ejecutivo. Por ello, decidieron convocar a elecciones libres y democráticas para el 30 de octubre de 1983.
Fueron varios los candidatos a Presidente que se presentaron para competir. Pero la disputa por el Sillón de Rivadavia terminó polarizada entre el radical Raúl Alfonsín y el peronista Ítalo Luder.
En la campaña electoral, Alfonsín se rodeó de un importante grupo de profesionales. Volcaron sus conocimientos de publicidad para impulsar la postulación, mientras que Luder confió en el poder de movilización del peronismo.
El país estaba bajo el mando de Reynaldo Benito Bignone, quien había quedado al frente de la dictadura tras la caída en desgracia de Leopoldo Fortunato Galtieri, luego de la derrota en Malvinas.
El 12 de julio de 1983, el militar había firmado el decreto-ley 22.847 para convocar a elecciones generales a realizarse el domingo 30 de octubre.
Cierres de campaña diferentes
La campaña presidencial del candidato radical en 1983, Raúl Alfonsín, es considerada como la primera moderna, por haber introducido elementos de la publicidad y haber organizado su mensaje en base a un equipo de profesionales del sector.
El gesto de las manos unidas, las calcomanías con la sigla RA y la sonrisa del hombre bonachón no fueron ideas surgidas al azar fueron elementos diseños y pensados por un importante equipo de campaña que lo rodeó.
Días antes del tan ansiado regreso de las urnas, Alfonsín y Luder encabezaron masivos cierres de campaña en la Avenida 9 de Julio. Ambos actos quedaron en la historia, pero por distintas cuestiones.
El acto del radical quedó en la memoria por su emotivo “rezo laico” recitando el Preámbulo de la Constitución Nacional.
Mientras que la convocatoria peronista tuvo el insólito error político del candidato a gobernador bonaerense Herminio Iglesias, quien quemó un cajón con las siglas UCR y la leyenda “Alfonsín QEPD”. Esta acción fue considerada como un hecho que derivó en una gran pérdida de votos, dentro de un pueblo que estaba harto de los agravios y la violencia.
Con información de Noticias Argentinas.
