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Ingrid Grudke le propuso a su pareja que tuviera un hijo con una amiga

Empezó a entrenar en la cuarentena, a los 45 se reinventó como fisicoculturista y a los dos años ya estaba en la más alta competición. Nunca quiso casarse, tampoco tener hijos, pero le propuso a su pareja que tuviera un hijo con una amiga. Fuerte y segura, busca incomodidad para no aburrirse y no le importa nada lo que digan de ella.

* Por María Laura Santillán

Es modelo de alta costura, muy consagrada, exitosa, que como emprendedora además se construyó a sí misma. Sin embargo, a los 45 años necesitó hacer un cambio radical, transformarse, dedicarse a otra cosa y para eso puso el cuerpo. Empezó una rutina de entrenamientos y cambios en la alimentación y hoy, dos años después, compite internacionalmente en en la categoría Fit model de fisicoculturismo.

– ¿Imaginabas que te iba a ir tan bien?

– Nunca me imaginé que iba a hacer una carrera deportiva a esta edad. Es una categoría dentro de la Federación Internacional de Culturismo. Cuando decís fisiculturismo te viene a la cabeza la exageración muscular, todo inflado, todo grande. Esta modalidad se llama Body Fitness. Después están las chicas Wellness, que desarrollan piernas y glúteos. Después están las Bikini y se agregó Fit Model, masculino y femenino. Fit Model no se suplementa ni se usa hipertrofia muscular.

“NUNCA IMAGINÉ QUE IBA A HACER UNA CARRERA DEPORTIVA A ESTA EDAD”

Ella es una súper modelo y también es su propia empresa. Hace muchos años descubrió que el interior del país estaba ávido de moda y de diseño y decidió organizar viajes a las provincias con las modelos y las firmas más renombradas. Se convirtió rápidamente en una emprendedora exitosa. Hasta que sintió que su vida necesitaba algo nuevo, un cambio.

– A mí me gusta desafiarme todo el tiempo. La vida siempre me presenta oportunidades para desafiarme, para ver qué puedo hacer ahora, qué hago con esto. Así fue como empecé como modelo. Yo entrené toda mi vida. Siempre hice deportes, iba al gimnasio, a centros de estética. Cuando todos en cuarentena estuvimos encerrados, empecé a entrenar con Analía Galeano, una campeona argentina de culturismo, entrené por videollamada. Ella vio que mi cuerpo en poco tiempo reaccionaba muy bien, “se rajaba”, como se dice.

– ¿Empezaste por aburrida entonces?

– Es que de golpe nos encerraron a todos. ¿Y ahora qué hago? No podía viajar. Antes viajaba casi todos los fines de semana, de una a tres provincias por fin de semana. Trabajé muy bien en el interior. En 2005 vi que había necesidad de consumir la alta costura, moda, diseño en el interior. En ese momento nos costaba viajar, me incluyo porque soy del interior del país también y nos cuesta. Entonces decidí llevar a los diseñadores, llevar a las modelos al interior.

– En la pandemia, sin mucho para hacer, mucha gente descubrió disciplinas nuevas. ¿Cómo llegaste a querer marcar el cuerpo?

– Analía me dijo: se te marca muy rápido el cuerpo, vas a ser mi Fit Model. Empezamos a entrenar, me mostró las cuatro poses reglamentarias que se hacen en el escenario frente al jurado y me dio más curiosidad.

– ¿De ahí en más a entrenar todos los días?

– Casi todos los días.

– ¿Cuánto cambió tu alimentación?

– Siempre tuve una buena conducta alimenticia a base de carnes, legumbres, frutas y verduras. Por ahí al entrenar tuve que ingerir más proteína.

– Cuando te mirás al espejo, ¿te gusta más tu cuerpo ahora?

– Para mí el cuerpo es nuestro vehículo en la vida. Ahora entendí que no es solamente por estética. Hace 27 años que hago de modelo, me contrataban para vender ropa interior, trajes de baño, ropa deportiva. Pero ahora entendí que nuestro cuerpo es nuestro vehículo en la vida y depende de nosotros cómo lo mantenemos para llegar mejor a grandes. Siento que estoy más fuerte, que estoy mejor, que estoy más ágil. Tengo un cuerpo funcional y cómodo. Tenemos que empezar a tomar conciencia más allá de lo estético, todavía el ser humano no está tan consciente de lo importante que es mantenerlo bien.

– ¿Empezaste por aburrida entonces?

– Es que de golpe nos encerraron a todos. ¿Y ahora qué hago? No podía viajar. Antes viajaba casi todos los fines de semana, de una a tres provincias por fin de semana. Trabajé muy bien en el interior. En 2005 vi que había necesidad de consumir la alta costura, moda, diseño en el interior. En ese momento nos costaba viajar, me incluyo porque soy del interior del país también y nos cuesta. Entonces decidí llevar a los diseñadores, llevar a las modelos al interior.

– En la pandemia, sin mucho para hacer, mucha gente descubrió disciplinas nuevas. ¿Cómo llegaste a querer marcar el cuerpo?

– Analía me dijo: se te marca muy rápido el cuerpo, vas a ser mi Fit Model. Empezamos a entrenar, me mostró las cuatro poses reglamentarias que se hacen en el escenario frente al jurado y me dio más curiosidad.

– ¿De ahí en más a entrenar todos los días?

– Casi todos los días.

– ¿Cuánto cambió tu alimentación?

– Siempre tuve una buena conducta alimenticia a base de carnes, legumbres, frutas y verduras. Por ahí al entrenar tuve que ingerir más proteína.

– Cuando te mirás al espejo, ¿te gusta más tu cuerpo ahora?

– Para mí el cuerpo es nuestro vehículo en la vida. Ahora entendí que no es solamente por estética. Hace 27 años que hago de modelo, me contrataban para vender ropa interior, trajes de baño, ropa deportiva. Pero ahora entendí que nuestro cuerpo es nuestro vehículo en la vida y depende de nosotros cómo lo mantenemos para llegar mejor a grandes. Siento que estoy más fuerte, que estoy mejor, que estoy más ágil. Tengo un cuerpo funcional y cómodo. Tenemos que empezar a tomar conciencia más allá de lo estético, todavía el ser humano no está tan consciente de lo importante que es mantenerlo bien.

– No sos exmodelo, porque seguís desfilando.

– Exacto, sigo. Soy imagen de un montón de marcas, desfilo y me encanta.

– En cuarentena, además, decidiste volver a vivir en Misiones, tu provincia natal, después de tantos años en Buenos Aires.

– Después de 27 años en Buenos Aires decidí volver porque mi papá se había enfermado. Volví a la casa donde me crié, a la chacra, a Oberá, a Los Helechos, mis padres son productores de yerba mate y té. Volví a esa casa porque tenía que estar 15 días aislada, fui con mi pareja, Martín, que es de Mar del Plata. Volví a vivir como a los seis años, toda mi infancia me crié ahí. Y a Martín le encantó. Pusimos un negocio en Posadas con la franquicia de una heladería.

– ¿Dónde viven ahora?

– Ayudé a promocionar un edificio en Villa Ángela, en la costanera de Posadas. Y cuando volví por la cuarentena, el CEO de ese edificio, quiso volver a hacer algo comercial así que me mudé a ese edificio. Estoy entre Posadas y Buenos Aires, oficialmente estoy radicada en Buenos Aires, si tengo que votar, voto acá, pero estoy viviendo en Posadas.

“NO TENGO MIEDOS. FUI CRIADA SIN MIEDOS”

– Armaste tu marca, después te construiste empresaria. ¿Qué suponés que tenés vos que no tienen los demás?

– Creo que no tengo miedo. Fui una persona criada sin miedos. Por más que yo vivía en medio del monte, tengo una mamá muy sabia, muy fuerte y vi como ella siempre trabajó. Hablo siempre de mi mamá porque yo me crié con un papá enfermo, mi papá tuvo trastorno bipolar, 40 años estuvo con esa enfermedad. Yo me crié en una familia con una mamá que siempre mostraba que se puede, pocas veces la vi llorar, siempre la vi sonreír. Ante algún problema era solución y avance. Siempre vio las cosas buenas dentro de lo negativo, entonces creo que eso me ayudó mucho a fortalecer mi personalidad. Vos ves una mamá que todo el tiempo está: “vamos, vamos, hay que seguir”, con problemas graves o complicados. Nada era tan problemático como parecía: “cuando venga el problema vemos qué hacemos con él, mientras tanto, nos reímos”.

Ésa era la actitud de mi mamá, sin miedo. Me acuerdo que yo era muy chiquita y quería subir un pino finito y alto, tenía seis o siete años. Quería ir a la punta de ese árbol que medía como 20 metros. “Ya vas a poder, ya vas a poder”, me decía. Un día logré agarrar la primera ramita y subirme hasta la punta. Y empecé a gritar: ¡mamá, mamá! Ella salió al patio, me miró y me dijo: ¿ Viste que pudiste? Ahora tené cuidado cuando bajes. Y volvió a entrar a la casa. Siempre fue “podés”. Nunca me inculcó miedo. La típica es que te digan: no, tené cuidado que te vas a caer. Nunca me dijo eso. Siempre es precaución.

“YO ME CRIÉ CON UN PAPÁ ENFERMO. MI PAPÁ TUVO TRASTORNO BIPOLAR”

– ¿Te dio confianza?

– Exacto.

¿Cómo fue vivir con un papá con trastorno bipolar?

– Yo tengo muy buenos recuerdos porque mamá siempre logró que tuviera una imagen de familia. Ella estaba a cargo de las cosechas, de administrar la casa y de cuatro hijos. Ella manejaba y tengo el recuerdo de papá al lado porque cuando tenía que ir a cobrar o hacer cosas que hacían los hombres, la trataban diferente. Papá era muy rápido con los números. Nunca perdió el conocimiento, sabía quién era, quiénes éramos nosotros, que tenía familia, que tenía hijos. Entonces tengo un recuerdo lindo de familia.

– No sentís que él te crió.

– No, me crió mi mamá. Sí tengo imagen de papá, hay un respeto. Para ir a jugar a la casa de mi vecina le tenía que pedir permiso a mamá primero y mamá decía: andá a preguntarle a papá si te deja. Iba a su cama, porque como él tomaba medicamentos muy fuertes por lo general estaba acostado. “Mamá, papá dijo que sí”. Recién ahí me dejaban ir a jugar a la chacra de al lado.

– Siempre tuvo su lugar.

– Tengo imagen de papá. Tengo una imagen de familia distinta.

“NUNCA ME IMAGINÉ VESTIDA DE NOVIA Y MUCHO MENOS TENER HIJOS. LA SENSACIÓN DE GESTAR NO LA TENÍA”
– Te costó contar públicamente la decisión de no tener hijos, de no sentir instinto maternal.

– Dicen los especialistas que en los diez primeros años de vida te formás con las cosas que te pasan alrededor. Mis dos hermanas más grandes, Ruth y Edith, soñaban con casarse, tener hijos, vestirse de novia y todo ese show y yo lo veía muy distante. Nunca me imaginé de novia, nunca me imaginé en pareja y mucho menos tener hijos. Esa sensación de gestar, de tener la panza, no la sentía. Hoy tengo más libertad de decirlo, por suerte las mujeres podemos expresarnos y decir lo que sentimos, pero no tiene que ver con mi carrera, no tiene que ver en absoluto con mi trabajo.

“SOS MENOS MUJER SI NO TENÉS HIJOS”
– ¿Qué contestabas cuando te preguntaban?

– “Algún día”, la típica, para no dar tantas explicaciones.

– Estaba mal visto.

– Estaba mal visto. Sos menos mujer si no tenés hijos.

– Y si no tenés deseos de tenerlos.

– No es que no me gustan los chicos. De hecho, se me pegan enseguida los niños y los animales.

– ¿Creés que dejó de estar mal visto?

– Creo que tenemos más libertad de contar, se puede decir. Las mujeres pueden expresar con más libertad ciertos sentimientos que antes estaban mal vistos. Antes te criaban y te educaban para servir al hombre, estar en tu casa, tener hijos y punto, ni estudiar podíamos. Maestra.

– ¿Te quedó asociado el tener hijos a quedarte en tu casa? ¿A limitarte en tu profesión?

– Creo que sí. No sé definir bien el por qué. Eso no quiere decir que no me gusten los niños, inclusive ayudo a muchos chicos, muchos adolescentes. Los empujo a ser libres, a animarse a hacer cosas. No se disparó.

– El sueño del casamiento tampoco te sedujo.

– El vestido blanco. La cantidad de desfiles que hice de novia, sigo haciendo. Todos los años hago producciones de novias. Ya perdí la cuenta de cuántos vestidos de novia desfilé. No todas las modelos venden vestidos de novia, eso es lo loco. No tiene que ver con lo que uno siente, tiene que ver con una imagen.

– ¿Nunca te casaste?

– No, nunca. Me propusieron varias veces pero siempre les gruñía un poco. Dejémoslo ahí, no vengas con esto.

“CASARME? NO LO SIENTO. SIEMPRE DIJE QUE NO”

– Siempre dijiste que no.

– Siempre dije que no, estaba en claro que no lo siento. Supongo que algún psicólogo debe entender el por qué. Hoy te tenés que casar para que te acepten familia, para muchos trámites.

– Viene el tipo con el anillo, con la idea, con el romanticismo… ¿Qué le decías?

“TENELO CON ELLA. NO TE VOY A PROHIBIR QUE QUIERAS SER PADRE”

– No llegaron a eso. Les decía: no lo siento. “¡Ay no!” Uno va cambiando también de ideas. Me pasó hace poco con Martín, que en un momento él decía: ¿cuándo vamos a tener el polaquito? Desde hace seis años estoy en pareja con él. Estábamos de viaje desde Mar Del Plata a Buenos Aires y le dije: ya sabés que yo no quiero tener hijos, están tus amigas, fulanita de tal quería tener hijos, tenelo con ella.

Fue tan gracioso y tan natural… Me mira y dice: ¿Te das cuenta de lo que me dijiste? ¡Sí! Yo estoy diciendo que no quiero ser madre, pero no te voy a prohibir a vos que quieras ser padre si querés. Creo que en el futuro nos vamos a elegir para ser padres. Tiene que haber ganas y tiene que haber amor para criar entre dos personas a un hijo. Hoy se casan, tienen hijos y después se divorcian. Los hijos son un problema, los chicos andan tirados de acá para allá, no hay amor, se discuten.

– Te parece genial entonces si Martín, tu pareja, tiene un hijo con una amiga.

– Sí, la verdad, mi hermana mayor, Ruth, se desmaya, es más creyente. Martín me lo dijo, si tu hermana Ruth te escuchara … ¡Me parece más sano elegirte!

– Pero la opinión de Ruth no tiene nada que ver en esta pareja.

– Nada que ver. Pero muchas veces trato de no ser tan open mind, porque hay una tradición de estar en pareja, casarse, tener hijos. Mucha gente quiere ese sueño.

– Hay quienes no se han casado y tienen hijos, hay gente que ha adoptado sola, hoy hay un menú de familias muy distintas .

– Es el parir un hijo el tema, eso es. No descarto el día de mañana que pueda adoptar chicos. Está feo decirlo, pero hay muchos chicos tirados, chicos sin amor que nacieron y los abandonaron. Eso a mí me rompe el corazón. Están solitos en las guarderías, esperando que alguien venga a abrazarlos. Lo mío siempre fue no sentir el gestar o parir un hijo.

– ¿Hoy te gusta vivir en Misiones?

– Mucho. Con la cuarentena nos fuimos a Misiones. Martín conoció la costanera de Posadas, le encantó y dijo: nos quedamos a vivir acá. Como no sabía qué iba a pasar después de la cuarentena, me instalé. Me gustaba la idea de volver a disfrutar de mis hermanos, mi familia, mi mamá que es grande, la tierra. Mis amigos, la vida, la selva. Y él se quedó. En 2022 año me llamó Guido para Los ocho escalones y me quedé todo el año en Buenos Aires y él allá. “¿Pero, cómo es esto? Me sacaste de Mar del Plata, me instalaste en Posadas y te volviste a Buenos Aires”.

Tenemos una pareja muy linda, de mucha confianza. Hablamos todo, como tiene que ser. ¿Viste que la palabra pareja lo dice? Cuando una de las dos partes empieza a querer amoldar a la persona a su comodidad, ya está mal. Creo que es una construcción una pareja. Al principio es una atracción, es amor, es química, pero después se transforma en alquimia. Es una construcción, la decisión de estar con esa persona, y uno empieza a amar lo que uno construye en conjunto. Siento que logramos construir una pareja.

– ¿Hacés terapia?

– No, nunca. Por qué, no sé.

– Sos muy segura. Sos muy fuerte. ¿Siempre lo fuiste?

– Siempre. Siempre fui muy segura.

– Hablando de tu nueva alimentación. Contaste que tomabas licuado de carne y se desató mucha polémica. Da impresión eso de poner la carne en la licuadora y después comerla así.

– ¿Qué pasó? Creo que la gente se cierra de mente. Si nos comemos las tripas de los animales, ¿por qué no podemos comer un licuado de carne?

– ¿Cómo llegaste a hacer licuados de carne?

– Por medio de mi cuñado. Él es gastroenterólogo y se lo había recomendado una amiga que tenía un problema digestivo. La carne tiene que ser magra y estar cocida, se licúa, se agrega agua y se transforma literalmente en una sopa. Si le ponés un poquito de sal es una sopa y si le ponés un poco de miel es un licuado. Lo que pasa es que la gente está acostumbrada a pensar en un licuado de frutas o de banana con leche, entonces cuando decís licuado de carne, choca. Si hubiese dicho licuado proteico no hubiese tenido el mismo efecto.

– ¿Cuál sería el sentido en tu caso tomar licuado de carne en lugar de comerte un bife?

– Yo simplemente le mostré a la gente que hay mil opciones porque hay chicos que no quieren comer carne, cortarla o ver el pedazo de carne. Esto es una opción y mucha gente me lo agradeció, se hizo polémico. Ismael Cala en un programa me dijo: de chico tomaba el licuado de carne, me lo hacía mi mamá. Cormillot también me dijo que está muy bien. Es una manera de comer carne y la uso. Cuando hago al mediodía un churrasquito y me queda duro, para no estar masticando lo licuo y lo como sopa o me lo tomo cuando está frío.

A MI ME GUSTA ESTAR INCÓMODA, ME GUSTA SALIR A INVESTIGAR EL MUNDO”

–¿Te gusta?

– Si. A mí me dicen morcilla y yo digo: se comen la sangre, no me gusta, pero lo respeto. El chinchulín, la tripa gorda, lo respeto. El licuado habrá sido polémico, pero también me atreví a decirlo porque a veces uno genera polémicas a propósito. Me gusta sacudir un poco a la gente, me gusta decir: che, salgan de ahí, amplíen su mente, vean que hay otras cosas. Porque nos ponemos cómodos. A mí me gusta estar incómoda, me gusta salir a investigar el mundo. Salir de ese lugar de confort. Yo podría estar divina, cómoda con mi trabajo, arreglándome las uñas…Y me aburro, me aburro. Por eso siempre estoy en la búsqueda de ese desafío personal. Ahora compito conmigo misma.

“AHORA COMPITO CONMIGO MISMA”

– Sos muy disciplinada, muy alemana, muy organizada. Te decidís, te ponés metas y salís a competir. ¿Hay un momento en que te relajás, te comés y tomás todo?

– No. Porque no me gusta. Tengo una alimentación muy de chacra, muy de campo. De chica me crié comiendo frutas y verduras de la huerta orgánica de mi mamá, la golosina de mi infancia era una zanahoria, una fruta de estación. Lo dulce no me tienta, el alcohol no me tienta. Si está muy elaborado, me cae mal. Acostumbré a mi cuerpo a comer ese tipo de comida. Entonces, ese descontrol que decís…

– ¿Ni en año nuevo?

– No, porque no me cae bien. Brindo, sí, tomo obviamente, pero un poquito. Seré aburrida, pero veremos dentro de unos años la repercusión de una cosa y de la otra. Se puede.

– Dentro de unos años vas a dar clases.

– Ya casi, porque tengo mucha conexión con el público. Las mujeres me preguntan mucho cómo empezar, cómo hago para tener esta disciplina, esta fortaleza mental, cómo no me tiento con lo dulce. Y me tomo el trabajo de responder. Motivarlas a que piensen en un cuerpo cómodo, que les funcione. Me han pedido muchas veces contar mi experiencia y por qué tengo esta fortaleza. Para mí es natural, es simple, es sencillo tener estas costumbres, pero se ve que no es tan normal tener tanta disciplina o tanta conducta en la alimentación y en el entrenamiento.

“YO ME SIENTO FUERTÍSIMA. A LOS 47 NO ME VEO DE 47″

– Prepará las clases, entonces.

– Me encanta que me lo digas. Yo me siento fuertísima. A los 47 no me veo de 47. De hecho me veo mejor muscularmente. Tengo un tono muscular mucho más fuerte que a los 30. Es impresionante, no tenemos límite, nuestro límite está en la mente. A cualquier edad podemos hacer lo que queramos, tenemos que tener voluntad. Por eso siempre digo cuando me preguntan en las redes cómo hago: empezá entrenando tu voluntad. Lo primero que tenés que hacer es decidir que vas a hacer algo. Ponete metas, metas cortas, no de golpe “voy a dejar todo el azúcar” o “no tomo más alcohol”, porque no lo podés hacer. Andá de a poquito, eliminando de a poquito o restringiendo ciertos alimentos, ciertas cosas que te hacen mal, está estudiado que no es bueno para el cuerpo de golpe. Nadie va a hacer gimnasia por vos, nadie va a comer por vos, nadie va a cuidar tu cuerpo por vos, nadie va a estudiar por vos. La gente tiende a criticar y a hablar del otro porque tienen una frustración. No lo intentan y tienen mucho miedo. Vuelvo al principio de nuestra conversación. Tienen miedo al qué dirán: yo a esta edad no puedo.

“NO ME IMPORTA NADA LO QUE DIGAN”

– ¿Te importa, te afecta lo que te dicen en las redes ?

– No importa nada. A veces contesto para poner un poco de pimienta. Y en el fondo no me afecta. Yo me siento muy bien, sé lo que soy. La gente que está alrededor mío sabe cómo pienso. Sabe que si algo incomoda a alguien, pido disculpas, que no lo hago con maldad. Me considero una persona buena, torpe quizás con algunas cosas, por ahí sin filtro. Yo digo las cosas como son y cuando me vienen a decir las cosas a mí me lo banco. “Puede ser, tenés razón”, no es que me ofendo enseguida. Siento que la gente condiciona mucho, que no tiene libertad de ser y de hacer lo que quieren hacer.

– Falta entonces únicamente la organización de tus seminarios.

– Me lo decís vos, es un montón. Sabés que te admiro y me encanta esa área. Para sentirse bien y tener un cuerpo funcional.

*Reportaje hecho para Infobae

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