El líder del Partido Liberal de Canadá, Mark Carney, asumió su victoria electoral con un mensaje directo hacia la administración estadounidense. En su primera declaración pública tras obtener 168 escaños en la Cámara de los Comunes, aseguró que no se dejará doblegar por el presidente Donald Trump. Expresó que “Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país, y no son amenazas gratuitas. El presidente Trump quiere quebrarnos para poseernos. Y eso no pasará, nunca jamás pasará”.
Trump cuestionó la legitimidad de la frontera
El mismo día de los comicios, Trump publicó en redes sociales que Canadá debería convertirse en el estado 51 de Estados Unidos, y cuestionó la legitimidad de la frontera entre ambos países. También sugirió que los votantes canadienses eligieran “al hombre que tiene la fuerza y sabiduría”, en referencia a sí mismo. La declaración fue rechazada incluso por líderes opositores como el conservador Pierre Poilievre, identificado como cercano al expresidente republicano.

Las tensiones bilaterales se profundizaron en los últimos meses. A la retórica de anexión, se suman medidas concretas como la imposición de aranceles a productos canadienses, que afectan a sectores estratégicos de su economía. En este contexto, se aguarda en Ottawa la llegada del nuevo embajador estadounidense, Pete Hoekstra. Confirmado por el Senado hace tres semanas, Hoekstra definió a Canadá como “el más valioso socio comercial de EE.UU.” y dijo que buscará “revisar y fortalecer” la relación bilateral, aunque persisten dudas sobre su margen de acción bajo el gobierno de Trump.
Mark Carney tiene un panorama desafiante con EEUU
Justamente, Mark Carney afirmó que Canadá tiene “muchas, muchas opciones” más allá de su relación con Estados Unidos. Entre ellas, diplomáticos en Ottawa señalan a la Unión Europea como socio prioritario, con quien el país mantiene desde 2017 un tratado de libre comercio. Además, recalcaron una afinidad cultural y política que acerca a Canadá al modelo europeo.
El politólogo Dónal Gill señaló que una desvinculación profunda de Estados Unidos no será inmediata. Apuntó que la dependencia económica está respaldada por décadas de integración. “El discurso de buscar nuevos socios para reducir esa dependencia no ha pasado de ahí con otros gobiernos”, sostuvo. Recordó que antes de diversificar relaciones externas, Canadá debe resolver su fragmentación interna, con provincias que mantienen vínculos más sólidos con estados vecinos que entre sí.
Gill citó como ejemplo la industria petrolera del oeste canadiense, que exporta el 99 % de su producción a Estados Unidos, sin infraestructura para distribuir hacia la costa atlántica. La negativa del gobierno de Quebec a la construcción de oleoductos, por razones ambientales, ha bloqueado ese desarrollo. También mencionó el caso del sector automotor, altamente integrado con México y EE.UU., cuya separación presenta enormes desafíos logísticos y económicos.