Este sábado 24, Daniel Noboa inicia oficialmente su segundo mandato presidencial en Ecuador. Tras obtener un sólido respaldo en las urnas, el joven mandatario de 37 años se enfrenta a una etapa decisiva marcada por dos desafíos centrales: frenar la ola de violencia provocada por el narcotráfico y reactivar una economía dolarizada que atraviesa una fuerte recesión.
Noboa, quien gobernó los últimos 16 meses tras la renuncia del expresidente Guillermo Lasso, fue reelegido el pasado 13 de abril al imponerse en el balotaje con el 55,65% de los votos frente a Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana y protegida del exmandatario Rafael Correa.
Su nuevo período, que se extenderá hasta 2029, se inicia en medio de un clima político tenso, con la oposición correísta denunciando una presunta persecución y acusaciones de fraude electoral.
Violencia desbordada: el mayor reto de Daniel Noboa
Ecuador vive una escalada de violencia sin precedentes. Según datos de la fundación Insight Crime, el país registra una tasa de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes, la más alta de la región. Se estima que actualmente se asesinan a 26 personas por día, lo que equivale a más de un crimen violento por hora.
“El principal desafío es combatir la inseguridad. En el primer cuatrimestre del año se rompió otro récord de violencia criminal con más de 3000 asesinatos violentos. Es una situación muy grave”, advirtió el periodista Orlando Pérez, exdirector del diario estatal El Telégrafo.
La expansión del narcotráfico y el accionar de bandas criminales han sumido a varias provincias en una crisis de seguridad profunda, especialmente en el corredor costero que abarca ciudades como Guayaquil y Durán, considerada la más peligrosa del país.
Ante esta situación, Noboa declaró el estado de “conflicto armado interno” y de excepción en distintas regiones. Además, propuso una ley para combatir la economía criminal, aunque la oposición correísta cuestiona que la normativa habilita allanamientos sin orden judicial.
En su lucha contra el crimen organizado, el presidente ecuatoriano también solicitó ayuda al expresidente estadounidense Donald Trump, con el objetivo de establecer una cooperación militar que podría facilitar el retorno de bases norteamericanas al país, expulsadas durante la gestión de Correa.
La economía, otro frente abierto
El panorama económico tampoco es alentador. Ecuador atraviesa una recesión: el Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 2% en 2024 tras tres trimestres consecutivos en descenso. La crisis se agudiza por la falta de liquidez, la baja del consumo, el estancamiento de la inversión y recortes en el gasto público.
“La situación económica no mejora. El país no levanta cabeza. No hay inversión extranjera, no hay seguridad jurídica. Además, está el problema de la corrupción que presenta retos muy serios”, sostuvo Mauricio Alarcón, representante de Transparencia Internacional en Ecuador.
El desempleo y el subempleo afectan a más del 56% de la población, y la economía informal se ha disparado. Según cifras oficiales, el 28% de los ecuatorianos vive en situación de pobreza.
A esto se sumó una emergencia energética provocada por la sequía, que derivó en cortes de luz de hasta 14 horas diarias y empeoró aún más la situación económica y social.
Un gobierno que necesitará acuerdos
Con un Parlamento fragmentado, Noboa deberá construir alianzas estratégicas para asegurar la gobernabilidad. Una de las piezas clave en este escenario será el movimiento indígena, representado por el partido Pachakutik, históricamente distante del correísmo y dispuesto a negociar con el oficialismo.
El presidente necesitará estos respaldos para avanzar en su agenda, profundizar la cooperación con Estados Unidos y hacer frente al crimen organizado con apoyo externo.