Misiones sostiene un modelo de convivencia activa con los yaguaretés, respaldado por intervenciones rápidas, trabajo en campo y una alianza entre el Estado, organizaciones civiles y comunidades locales. Así lo destacan referentes con presencia directa en el terreno, ante versiones que ponen en duda la eficacia del abordaje en situaciones de conflicto con la fauna silvestre.
Fernando Piesco, presidente de la Fundación Dante Piesco y director del Centro de Rescate de Fauna Silvestre OHANA, fue categórico: “La convivencia con el yaguareté es una realidad construida con presencia, conocimiento y consenso. Afirmar lo contrario desde fuera del territorio es no solo injusto, sino también peligroso”.

Las intervenciones más recientes demuestran que sí existe un protocolo activo, con resultados concretos y participación comunitaria. Entre los casos destacados:
- Andresito – Kunumí: se capturó un ejemplar tras reportes de depredación, se colocó un collar de rastreo y se trabajó con productores para mejorar el manejo del ganado.
Participaron: Proyecto Yaguareté, Aves Argentinas, IMiBio, Güirá Oga y el Ministerio de Ecología. - Zona de Iguazú (2.000 hectáreas): se impulsaron acciones educativas y asesoramiento técnico para fortalecer estrategias de convivencia.
- Esperanza y Wanda: luego de la pérdida de un ternero, se instalaron cámaras trampa y Foxlights (luces disuasorias), junto con recomendaciones ganaderas.
- Corredor Verde Sur (2 de Mayo y Aristóbulo del Valle): se brindó respuesta rápida a comunidades que reportaron avistamientos. El equipo de OHANA y el Ministerio de Ecología actuaron con escucha activa, instalando cámaras y promoviendo una convivencia segura.

“El resultado fue una comunidad empoderada y ningún yaguareté lastimado”, afirmó Piesco.
Un modelo que se sostiene con hechos
Misiones se posiciona como referencia en políticas públicas de conservación, con iniciativas como bonos de carbono y un seguro de compensación por depredación.
“Trabajamos como en un cónclave ambiental, con decisiones rápidas, inversión real y conocimiento técnico en territorio”, expresó Piesco. Desde Ohana y otras instituciones, se llama a sostener un discurso responsable y basado en evidencia:
“Lo que está en juego es la confianza social. La convivencia no es una utopía, es una construcción colectiva, sólida y en marcha”.

En última instancia, el modelo de Misiones funciona y se nutre del trabajo comprometido de biólogos, técnicos, guardaparques, productores y vecinos que creen que vivir junto a la naturaleza sí es posible.
“Los misioneros somos guardianes de uno de los últimos grandes tesoros de biodiversidad del continente. Y lo estamos cuidando”, concluyó.