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La encíclica Laudato si’ y las energías limpias, el legado verde de Francisco

A casi diez años de Laudato Si’, el llamado del Papa Francisco a cuidar la “casa común” cobra nueva relevancia ante el avance del cambio climático. Marcelo Kusznierz destaca el valor estratégico de esta encíclica como hoja de ruta ética, científica y política hacia una transición energética sostenible en Argentina.

A casi una década de la publicación de Laudato Si’, la encíclica del Papa Francisco que marcó un hito en la relación entre la Iglesia Católica y la agenda ambiental, el mensaje del pontífice resuena con más urgencia. En palabras de Marcelo Kusznierz, especialista en asesoramiento estratégico para industrias de energía limpia y desarrollo sostenible, el legado de Francisco se centra en “combatir el cambio climático” y exige “una voluntad política, un marco normativo comprometido y decisiones sostenidas que prioricen el bien común”.

La encíclica Laudato Si’, publicada el 24 de mayo de 2015, no fue, según Kusznierz, “una iniciativa nacida exclusivamente de la vocación personal de Francisco”, sino una construcción colectiva, en la que participaron científicos, activistas, empresarios, filósofos, teólogos y políticos de todo el mundo. El título, que significa “Alabado seas”, hace referencia a San Francisco de Asís y a su mirada sobre la naturaleza como hermana y madre, y representa una exhortación clara a cuidar “la casa común”.

Kusznierz destacó que esta encíclica se adelantó a su tiempo, al integrar conocimientos científicos sobre el cambio climático con una perspectiva ética y social. “El ámbito científico lideró el conocimiento sobre el aumento de la temperatura terrestre, pero todos fueron convocados a aportar su visión”, explicó el especialista.

Laudato Si’, más que un manifiesto

El experto hizo énfasis en que la encíclica no se queda en el plano teórico. Francisco llamó explícitamente a reducir el consumo de combustibles fósiles, y para Kusznierz, esto es una guía directa para el desarrollo energético de la Argentina. 

“En nuestro país existe una enorme capacidad para producir biodiésel y bioetanol. Brasil, por ejemplo, el bioetanol de maíz se mezcla con las naftas en un 27%, mientras que en Misiones no supera el 12%”, señaló. En cuanto al biodiésel, la comparación es aún más desigual: “en Brasil, el corte alcanza el 15% y se proyecta al 20% para 2030, pero en Argentina el corte obligatorio es del 7,5%, y ni siquiera se cumple por el lobby petrolero”.

Laudato Si’

Además, Kusznierz remarcó que la transición energética debe estar guiada por políticas públicas firmes y un Estado presente. “No podemos dejar en manos de cualquier persona los destinos de la salud o la contaminación de los ríos y del aire”, sostuvo, y pidió que la desregulación nacional no implique un abandono del control estatal, sino una regulación “inteligente y pragmática”.

Compromiso y voluntad política

A nivel provincial, Kusznierz reconoció avances en el aprovechamiento de fuentes renovables como la energía solar, hidroeléctrica y eólica, pero subrayó el potencial todavía no explotado de los biocombustibles. 

En el marco regional destacó ejemplos como: Tucumán, con la caña de azúcar para producir bioetanol; Córdoba, con el maíz; y Santa Fe, con la soja, cuyos subproductos pueden convertirse en biodiésel. “Hay que ser inteligentes: donde hay sol, apostar por los parques solares; donde hay viento, por la energía eólica. Y en paralelo, fortalecer toda la cadena de biocombustibles en las provincias”, propuso.

Para Kusznierz, el legado ambiental del Papa Francisco no solo es una inspiración espiritual, sino un llamado a la acción concreta. “Lo que hablaba el Papa era de una economía sustentable, que priorice el reciclado, la reutilización y los recursos renovables. La energía puede generarse a partir de los desechos. Las soluciones están, solo falta voluntad política y compromiso”, concluyó.

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