Hoy se cumple un año de que la selección argentina ganó a la francesa y se convirtió en campeón del mundo. Millones de argentinos salieron a la calles para celebrar la gesta histórica.
Seis goles, tiempo extra, penales. En el medio un Dibu enorme, un Messi igual de grande y un Mbappé que metió miedo en la antesala, durante y la extendió hasta su primer penal en la serie definitoria. Un equipo protagonista, afianzado como debe estarlo para ser campeón del mundo. No hay campeón del Mundo por un solo jugador. No lo podía hacer solo Messi, tampoco Mbappé. Por eso se impuso Argentina.
Este es el primer aniversario de Argentina campeón del mundo, hoy se renuevan los recuerdos, se refresca la memoria, se sacan las camisetas y se revive cada minuto de la definición en Lusail. Estuvimos ahí, en dos ubicaciones distintas durante la final.
En el primer tiempo desde una tribuna de sexto piso. El segundo desde un séptimo al que llegamos para compartir con algún compañero de viaje, algunos abrazos de esos tan necesarios en momentos de tanto nerviosismo. Sí, créanme que pensé en volver a la ubicación del Primer Tiempo, cumplir con una cábala inventada en la final. Pero elegí creer en que el destino nos tenía preparado algo hermoso para el pueblo futbolero. Por suerte tuve razón.
Los ojos, a un año de la conquista, se siguen llenando de lágrimas cuando aparecen imágenes de la Final, o de la semi, o inclusive de la derrota frente a Arabia en esa primera fecha. No vi a Messi arrodillado en ningún momento del Mundial y por eso no nos quedó otra que creer. Si el 10 y Capitán creía, ¿cómo no íbamos a hacerlo nosotros?
Y acá estamos, Campeones del Mundo con un Mundial soñado de principio a fin. Con una Copa América que nos invitó a creer, con la Finalísima que nos demostró los fundamentos de que podíamos enfrentarnos a cualquier selección y darle pelea. De ser protagonistas siempre, de creer a pesar de los golpes del fútbol, como aquel empate en el último ante Países Bajos. Así se forjó el Mundial, con golpes, sacudones y finales felices.
La Selección Argentina nos mostró el camino, de trabajo y perseverancia. Sobre todo de creer. De seguir los pasos de un líder que sabe a dónde y cómo ir. Sí, como acá.
Lo futbolístico es conocido y, por suerte, reiterativo. Scaloni la pegó con Di María por izquierda. Nadie podía imaginarse la fiesta que se haría Fideo con Koundé, el penal que le cometieron en el primer tiempo y la templanza del 10 para abrir la cuenta. El destino nos mostraría un equipo protagonista durante todo el partido, con un villano frustrado enfrente. Di María aumentó la cuenta porque el equipo obedeció a rajatabla las órdenes del DT desde la línea. Presión, toque rápido, salida en velocidad y destino final claro: Gol de Di María, como siempre en las finales.
Y así gestamos la tercera estrella. Decisión, perseverancia, mordimos el polvo de las derrotas acumuladas en la espalda. Confiamos en Messi, nos apoyamos en el equipo armado para acompañar y no para depender del 10.
Ni con los dos goles en tres minutos de Mbappé dejamos de creer. El 10 francés hizo lo imposible y nos fuimos al tiempo extra. No sin antes intentarlo: Messi dejó un disparo al ángulo justo antes del pitazo final, que Lloris contuvo con confianza para extender 30 minutos más el partido. Y en ese tiempo extra Argentina volvió a ser superior.
Aun con las piernas cansadas, la Scaloneta se impuso y encontró, otra vez, el camino a la ventaja. De Enzo para Lautaro, de Lautaro a las manos del arquero Francés, del rebote al gol de Messi. El 3 a 2 y la ilusión intacta de nuevo, justo antes de otro golpe. Montiel salió a cortar y el árbitro polaco cobró otro penal para los europeos. Kilian lo volvió a convertir y el empate fue el desenlace final.
En los penales teníamos al Dibu, que en la última pelota del partido ganó el Mundial. Disculpen por la arrogancia, pero era imposible perder en los doce pasos con un arquero como este bajo nuestros tres palos. Tenemos un héroe, que quedó para siempre en la historia del fútbol mundial. Escribimos la historia y lo hicimos in situ, intentamos informar a todo Misiones sobre cómo es vivir un título mundial en primera persona. De cómo es tocar el cielo con las manos.
