
Rovira tenía razón. Esa máxima circuló anoche en los grupos de Whatsapp de la política misionera. Sobre todo entre quienes asistieron a la penúltima “previa” con el Conductor, donde Rovira habría anticipado los resultados de ayer en CABA. Con el calendario electoral nacional marcando octubre como fecha clave, Javier Milei necesitaba una jugada política que desacomodara el tablero, que rompiera los viejos moldes y diera lugar a una nueva lógica de poder.
Las maniobras del PRO en el Senado quedaron expuestas y fue la representación misionera la que desactivó la bomba electoral, sosteniendo dos objetivos centrales: por un lado, mantener viva la figura de Cristina Kirchner como polo de referencia en la polarización nacional y, por otro, evitar que las decisiones del Congreso queden subordinadas a las urgencias de la Ciudad de Buenos Aires.
Hasta antes de la jugada de Ficha Limpia, las encuestas ubicaban primero a Leandro Santoro, segundo a Manuel Adorni y tercera a Silvia Lospennato. Pero fue ese movimiento quirúrgico, ejecutado por Misiones, el que empujó al candidato de Milei, enterró a la representante de Macri y reconfiguró el mapa político porteño.
Anoche ganó Adorni. Cómodo. Segundo quedó Santoro, que hizo una muy buena elección, y tercero el PRO de un Macri caído, cansado y desorientado, sin lograr descifrar el pulso de la nueva política que diseñan Milei y Rovira. Porque mientras muchos miraban la superficie, Carlos Eduardo Rovira ya jugaba en otro plano. Al ajedrez político Rovira lo juega en distintos dameros y en todos lo hace con destreza.
Así, en medio de una interna nacional que promete definiciones intensas, Misiones volvió a jugar su carta estratégica. Y como suele ocurrir, Rovira tenía razón.
(*) Diputada provincial por el Frente Renovador Neo