La planta tiene propiedades antiinflamatorias y antibióticas. Si bien es oriundo de Asia, en la tierra colorada una cantidad importante de productores fomenta su cultivo.
La moringa oleifera es un árbol de gran crecimiento. Es originaria del norte de India, Etiopía, Filipinas y Sudán, aunque abunda en muchos países tropicales y subtropicales. En Misiones se cultiva cada vez más este producto por sus propiedades vitamínicas.
En algunos lugares se la conoce como “palo de tambor” por la forma de sus vainas. También como el “rábano picante”, debido al sabor de sus raíces, y en algunos sitios del este de África se le llama “el mejor amigo de mamá”.
Se trata de un árbol de hoja caduca que puede medir hasta 8 metros de alto. Se abre, por lo general, en forma de paraguas y produce flores durante el año de dulce olor. Su hojas son ricas en proteínas, vitaminas y minerales. Casi todas las partes de la planta pueden utilizarse en medicina, muy recomendables para mujeres embarazadas y lactantes, así como para niños pequeños.
“El interés en sus propiedades medicinales ha crecido, pues se han desarrollado gran número de estudios científicos”, explica John Sutherland, de la Universidad de Leicester, Reino Unido.
Las hojas, con alto contenido de calcio y hierro, se usan como equivalente de las espinacas. También contienen altas dosis de cistina y metionina, un tipo de aminoácidos que a menudo escasean.
Las vainas jóvenes son comestibles y su sabor recuerda a los espárragos. Los guisantes verdes y el material que rodea la piel también pueden cocinarse y las flores pueden consumirse o usarse para hacer té, y también como remedio para el resfriado. De acuerdo con la FAO, los productos derivados de la moringa tienen propiedades antibióticas, contra el tripanosoma y la hipotensión o tensión baja.
También cura los espasmos, las úlceras y las inflamaciones, y tienen propiedades hipocolesterolémicas e hipoglucémicas. Las semillas y cortezas se utilizan para tratar problemas circulatorios.
