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Written by 7:54 am Educación

El Instituto Montoya celebra 65 años al servicio de la educación y la cultura en la región

La entidad con sede central en el microcentro posadeño nació en 1960 por iniciativa del Primer Obispo de la Diócesis de Posadas Jorge Kemerer. Desde sus inicios se destacó por la formación de docentes y con el paso del tiempo amplió su oferta educativa en función de la cultura, comunicaciones y factores sociales.

Por Nicolás Maidana

El Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya cumple este viernes 4 de abril, 65 años desde su fundación. Sus inicios se remontan al 1960 por iniciativa del Primer Obispo de la Diócesis de Posadas Jorge Kemerer. Es una institución directamente vinculada a la formación de profesionales de la educación pero también se expandió a la formación de profesionales de la comunicación, diseño, psicopedagogía y actividades físicas, entre otros.

Con sede central ubicada en Ayacucho 1962 de Posadas, en el Instituto Montoya se busca reafirmar el compromiso asumido desde sus inicios. “La motivación para llevar adelante de lo que es una formación profundamente humanística y cristiana. Tenemos que tener claro que nuestras aulas tienen que ser un lugar en donde se inspire el diálogo, el encuentro, la solidaridad. Ese compromiso con la motivación inicial de este instituto, que tiene que ver con no dejar de poner jamás a la persona como centro y en todos sus sentidos, con sus historias, sueños, defendiendo absolutamente su dignidad”, indicó Javier Zago, vicerrector, en exclusiva con canal12misiones.com.

Javier Zago, Vicerrector del Instituto. ©Marcos Otaño.

En ese sentido, también hizo énfasis en la posibilidad de cultivar la cultura del encuentro. “Fundamentalmente tienen que ser capaces de encontrarse con el otro, de poder saber dialogar con los demás, de ser generoso y que esa generosidad sea algo tangible en cada una de nuestras aulas”, señaló.

Por otra parte, el vicerrector hizo mención a que el Instituto supo adaptarse a las transformaciones sociales de la mano de la innovación. “Hay trabajo en ese sentido, hay cursos de formación, hay capacitaciones internas. También estamos haciendo el esfuerzo de que lo edilicio cumplan las expectativas de lo que demanden las carreras en el uso de las tecnologías. Nos importan que sean muy competentes pero que fundamentalmente cultiven el arte se saber vivir”, expresó.

Este año, el Montoya amplió su presencia en la provincia con la apertura de una extensión áulica en la ciudad de Oberá. Allí se ofrecerán tres carreras: el profesorado en Ciencias Sagradas, el profesorado en Historia y la Tecnicatura Superior en Actividad Física con orientación en musculación y entrenamiento personalizado. “Tenemos 15 profesorados. Este año es motivo de alegría saber que nos expandimos. Es una manera de confirmar esta vocación humanística”, afirmó Zago.

Más allá de lo educativo, un lugar de encuentro

Los pasillos del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya están plagados de momentos de encuentros entre alumnos y docentes de un gran número de carreras. La posibilidad de que que cada uno de los que formen parte dispongan de un espacio que contribuye a relaciones que después perduran con el tiempo, incluso entre estudiantes que no forman parte de la misma carrera.

Momentos de compartir mates, desayunos, almuerzos o meriendas, situaciones de prácticas al aire libre, lecturas y demás actividades, son algunas de las razones por las cuales quienes están, se sientan orgullosos de formar parte de esa comunidad. “Es una gran alegría de que el instituto mantiene esa vida. Monseñor Kemerer decía que somos un hogar cultural. La cultura es algo vivo, dinámico y tiene que ver con el crecimiento interior, y es fantástico ver que no son solamente son entidades estáticas dentro de las aulas sino que está lleno de estudiantes que crecen y aprenden danzas, a cantar, aprenden idiomas y son capaces de trabajar en equipo”, destacó Javier Zago.

Un poco de historia

El Instituto Montoya fue fundado el 4 de abril de 1960 por iniciativa del Primer Obispo de la Diócesis de Posadas Jorge Kemerer. Las primeras aulas fueron las del Colegio San Miguel, que luego pasaría a llamarse Colegio Roque González.

Las carreras fundacionales fueron cuatro: Filosofía y Pedagogía; Castellano-Literatura y Latín; Historia y Geografía. En 1961 se agregaron otras cuatro: Ciencias Naturales; Inglés; Jardín de Infantes; Matemática, Física y Cosmografía. En 1963 se incorporó Artes Visuales (dibujo, pintura y modelado). Su primer Rector fue el Profesor Jalil Baltazar Cura.

Edificio Central ubicado en Ayacucho 1962.

Los objetivos de su creación fueron: ofrecer a la juventud misionera las posibilidades de cursar estudios superiores en su propia provincia; cubrir la necesidad de la provincia en cuanto a docencia especializada; servir a la educación y la cultura misioneras y brindar una sólida formación moral y científica.

María Angélica Amable fue docente de Historia en una importante etapa del instituto, y brindó algunos detalles acerca de los momentos de la fundación. “Es interesante recordar que sus comienzos están ligados también a los comienzos institucionales de Misiones. Si bien la provincia se creó en 1953, los avatares políticos, las intervenciones constitucionales hicieron que se demorara la formación institucional y recién en 1960 se eligió al gobernador constitucional”, indicó.

En la misma línea agregó que “se observaba la necesidad de organizar un sistema educativo porque las escuelas dependían de los organismos nacionales. El nuevo obispo de la diócesis observó eso y vio que se podía aportar algo”.

Dicha necesidad, estaba abocada al momento educativo que transitaba la provincia en tiempos de organización institucional. “En ese momento la mayoría de las escuelas secundarias se concentraban en Posadas. Salvo algunas en otras localidades no abundaban. En esas escuelas del interior, el 20% de los docentes tenía título de profesor, y en las de Posadas solo el 40%. Por ello un aporte fue crear el instituto del profesorado para formarlos”, describió.

María Angélica Amable, Profesora de Historia. ©Marcos Otaño.

A partir de 1970 asumió el rectorado Monseñor Jorge Kemerer, quien había sido partícipe del Concilio Vaticano II, momento crucial en la historia contemporánea de la Iglesia Católica. Para el Instituto Montoya significó una reorganización materializada en una multiplicidad de actividades extracurriculares, comenzándose a utilizar la sede propia, aún antes de su finalización. Promediando esta década se crearon el Centro de Investigaciones históricas Guillermo Furlong y el Museo de Ciencias Naturales Históricas del ISPARM.

Como hito institucional podemos mencionar la Peregrinación a Loreto de 1982. En esta oportunidad se rezó por la paz ya que como país atravesamos un momento muy difícil (la guerra de Malvinas) y muchos jóvenes y estudiantes del Montoya cumplían su deber como soldados.

En la década de los 90, la Ley Federal de Educación y el alejamiento de Monseñor Kemerer del rectorado, marcan el inicio de transformaciones. La sanción de la Ley Federal de Educación en 1993, exigió diversas acciones para poder insertarse en la transformación del sistema educativo argentino, a lo que se sumó el proceso de transferencia de los sistemas educativos a las provincias. Esto derivó en que el Instituto pasara a las dependencias del Servicio Provincial de Educación Privada de Misiones.

Con la creación de la Extensión Áulica en Eldorado (1993), se inició la formación docente para el Nivel Secundario en la zona norte. Diversos factores concurrieron para tomar esta importante decisión, coincidente con una política de descentralización educativa a nivel nacional y provincial.

En 1998 se presentó el Proyecto Educativo Institucional ante la cabecera jurisdiccional de la Red Federal de Formación Docente Continua; y en 1999 se obtuvo la acreditación plena como Instituto de Formación Docente Continua. El “Instituto Superior del Profesorado” pasó a ser desde entonces “Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya” (del ISPARM al ISARM).

En el año 2000 el Montoya se incorporó a la era digital, con la creación de su sitio virtual en internet.

Dos años despues inauguró la sede del Campus Monseñor Kemerer (propiedad de la Fundación Jorge Kemerer). La misma se ubica en el barrio El Laurel, en inmediaciones de las avenidas Jauretche y Urquiza de Posadas.

En el año 2006 la sanción de la Ley de Educación Nacional 26.206 marcó un cambio fundamental en la educación argentina, redefiniendo la estructura y los objetivos de la enseñanza en el país. Esta ley, que promulgó el derecho universal a la educación en todos sus niveles, implicó también una transformación en la formación docente, al enfatizar la necesidad de un sistema educativo más inclusivo, accesible y de calidad.

Se creó el INFOD, Instituto Nacional de Formación Docente, en el año 2007, dependiente del Ministerio de Educación Nacional. Este organismo tiene la tarea de dirigir, planificar y promover políticas para la formación docente inicial y continua, en respuesta a la demanda social de políticas sostenibles en este ámbito.

En el 2010 cumplió sus “Bodas de Oro”. En ese entonces contaba con 14 profesorados, 4 carreras técnicas y 6 postítulos docentes.

Más adelante, en junio del año 2017, en acuerdo con el Servicio Provincial de Educación Privada de Misiones (SPEPM) y el municipio, el Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya abre el Profesorado en Lengua y Literatura en Bernardo de Irigoyen. Y en el año 2024 incorpora la Tecnicatura Superior en Secretariado Administrativo Escolar.

Monseñor Jorge Kemerer.

El año 2020 fue sin dudas uno de los años más desafiantes para la Institución ya que estuvo marcado por la pandemia del covid-19, lo que implicó modificaciones significativas por parte de toda la comunidad educativa.

En 2024, se crea a partir de una inquietud del Padre Obispo de la Diócesis de Posadas, Monseñor Juan Rubén Martínez, la Extensión Áulica del Instituto Montoya en Oberá.

Actualmente, el Instituto Montoya cuenta con una oferta educativa muy amplia de 15 Profesorados y 6 tecnicaturas, además de postítulos y capacitaciones.

¿Quién fue Antonio Ruiz de Montoya?

La elección del nombre Antonio Ruiz de Montoya, según las palabras de Monseñor Kemerer, responde al deseo de “honrar a todos los sacerdotes de las misiones guaraníes y a todos los hijos espirituales que actuaron en las Américas y que se distinguieron especialmente en la educación de la juventud americana”.

Antonio Ruiz de Montoya actuó en la etapa fundacional de las reducciones jesuíticas, en la que se fue formando la región misionera. Dedicó especial énfasis al compromiso del trabajo misional que realizó durante los primeros años en las reducciones, en medio de las penurias que debió afrontar, además del amor y comprensión por sus queridos guaraníes.

Foto destacada: Marcos Otaño.

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