El gobierno de Panamá informó que no renovara el memorándum de entendimiento firmado con China en 2017 en el marco de la Ruta de la Seda. La decisión fue anunciada por el presidente José Raúl Mulino el domingo, luego de una reunión con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio.
El funcionario estadounidense había manifestado preocupación sobre la “influencia y el control del Partido Comunista Chino” en el Canal de Panamá, que gestiona el 6% del tráfico marítimo mundial. La visita del funcionario estadounidense ocurrió en medio de tensiones diplomáticas tras declaraciones del presidente Donald Trump sobre una posible recuperación del control del Canal por parte de Washington. Mulino no mencionó la decisión sobre el acuerdo con China tras el encuentro y solo declaró que la reunión fue “tranquila y respetuosa”.
Expansión de la Ruta de la Seda en la región
Según el articulo de la BBC Mundo, el memorándum de entendimiento fue firmado por el expresidente Juan Carlos Varela en noviembre de 2017, que convirtió a Panamá en el primer país latinoamericano en adherirse a la iniciativa. La Ruta de la Seda, lanzada en 2013 por el presidente Xi Jinping, tiene como objetivo conectar a China con Europa, Medio Oriente, África y América Latina. Todo ello mediante grandes proyectos de infraestructura financiados con capital chino.

Desde entonces, 21 países latinoamericanos han firmado acuerdos similares, entre ellos Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Perú, Nicaragua y Argentina. Las inversiones chinas han impulsado proyectos como puentes, carreteras y puertos, lo fortaleció su presencia económica en la región.
Críticas a la iniciativa
El objetivo de la Ruta de la Seda es facilitar la llegada de productos chinos a mercados internacionales. A través de préstamos de bancos estatales, China ha financiado trenes, carreteras y puertos, lo que permitió a sus empresas obtener contratos de infraestructura en diversos países. La inversión total estimada alcanza US$1 billón.
Los críticos sostienen que la iniciativa ha generado altos niveles de endeudamiento en los países receptores. Desde 2023, el financiamiento chino ha llegado a casi 150 naciones, pero varios proyectos quedaron inconclusos o resultaron en déficits financieros. Algunos gobiernos han reconsiderado su participación ante las condiciones de los préstamos y su impacto en la economía local.