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Written by 8:08 pm Notas de opinión, Política

Entre el enojo y la autopreservación de la casta

Por Fernando Oz

Desde hace varios años los argentinos nos hemos ido acostumbrando a dejarnos llevar por el sentimiento del momento, el aquí y ahora, ya sea por enojo o exitismo. Reacción que terminamos confundiéndola por análisis crítico. Somos reaccionarios, a tripa suelta.

Sucede que el resultado, por lo general, suele ser devastador. Si esa irritación, hecha verdad revelada, no va acompañada de un razonamiento, de un debate más o menos intelectual, el conflicto se eleva, crece, y terminamos en el conmigo o contra mí.

Y las cosas se complican aún más cuando no hay liderazgos ni horizontes claros. Esas son épocas de cosecha para especuladores, donde los falsos profetas florecen en cantidad en tierras de caínes. En otros tiempos, cuando las cosas iban mal, había intelectuales que debatían, había ideas, ideologías o lo que fuese, diques de contención. Hoy tenemos una sociedad huérfana, indefensa de conocimiento y, para peor, enojada.

Es que nos han manipulado tantas veces, que el enojo a esa casta intocable que se protege a sí misma resulta hasta comprensible. Pero sin un razonamiento lógico es un arma cargada.

Hasta hace unos días, Patricia Bullrich y Javier Milei se estaban insultando y ahora andan dándose picos, aliándose desde el enojo, aportando a la prostitución de la democracia y arrastrando a sus votantes enojados como si fuesen corderos. Ahí están ahora, Patricia, retoño de un patricio árbol genealógico, y Mauricio Macri, digno heredero de una empresa que hace más de setenta años presta servicios al estado, luchando contra la casta porque (una vez más) “la patria está en peligro”.

Justamente, Pedro Puerta representa a esa casta con privilegios a la que Milei dijo que quería “exterminar”. Ahora, resulta que Pedro, junto a su padre, el exgobernador, exsenador, exembajador, Ramón Puerta, apoyan a capa y espada al economista de ultraderecha.

No hay diferencias entre las elites económicas y políticas hechas castas, son lo mismo. Fueron sus abuelos, luego sus padres, ahora sus hijos y mañana serán sus nietos, pero siempre serán los mismos. Lo trágico del asunto es que el problema también sigue siendo el mismo. Es la falta educación. La casta está ahí hace decenas de décadas, y los políticos son la manifestación pública de lo que somos nosotros, algo que vengo sosteniendo hace años.    

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