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Written by 10:44 pm Política

Macri cada vez más aislado en un PRO en el que todos piensan en irse

Macri sufrió una dura derrota en su bastión y quedó aislado dentro del PRO, superado por nuevos liderazgos y con crecientes señales de traición entre sus filas.

El resultado de las últimas elecciones dejó a Mauricio Macri fuera de época. Derrotado en su distrito por primera vez desde 2007, el expresidente enfrenta el aislamiento interno en el PRO, una generación que busca recambio y alianzas que se cierran a sus espaldas. Su figura ya no impone respeto ni estrategia: apenas sobrevive en un mapa político que lo considera superado.

Cuando Javier Milei dijo en televisión que “para algunas cosas Macri está grande”, no sólo le habló al electorado, sino también al PRO. Su frase apuntó al corazón de un dirigente en retirada, aislado, enfrentado a su partido, y sin un rol definido. El domingo, en su propio bastión porteño, Mauricio Macri perdió por primera vez en casi dos décadas, marcando un antes y un después en su declive político.

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Jugó fuerte, apostó a sostener su influencia, pero quedó en evidencia que Mauricio Macri está fuera de época. El propio Jorge Macri lo desoyó al adelantar las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. Mauricio desaprobó esa estrategia, pero nadie cambió el rumbo. El resultado fue una derrota que habilitó lecturas incómodas: “Fue un boomerang”, reconocen en su entorno.

Macri: ¿se vienen las traiciones?

Ese mismo domingo, el expresidente voló al exterior mientras el PRO comenzaba a reconfigurarse sin él. Su primo, el jefe de Gobierno, apareció calmo. Horacio Rodríguez Larreta, exaliado y hoy rival interno, celebró con euforia. Y en los pasillos del PRO, la frase más escuchada fue: “Hay que armar algo nuevo sin un papá que avale”.

La traición, en este contexto, no es una amenaza: es una práctica. Diego Santilli y Guillermo Montenegro ya conversan con emisarios libertarios. Cristian Ritondo, presidente del PRO bonaerense, quedó al frente de las negociaciones con el Gobierno nacional sin consultar a Macri. La Casa Rosada, por su parte, hace trascender con malicia los contactos con figuras amarillas para exhibir el debilitamiento del expresidente.

“Su influencia se redujo enormemente: ahora no importa nada de lo que diga”, confiesa un exfuncionario que supo enfrentarlo. Hasta María Eugenia Vidal, una de sus históricas defensoras, marcó distancia: “Los partidos no mueren mientras los dirigentes no se rinden”, dijo, mientras evaluaba su candidatura como senadora sin pedir permiso.

El golpe no es sólo simbólico. También es estructural. En el Congreso, el bloque del PRO sigue siendo útil para la gobernabilidad de Milei. Y muchos dentro del partido están dispuestos a acompañar las leyes oficiales, aunque eso implique romper con la línea dura macrista. “Sería dinamitar puentes con votantes anti K”, admitió un legislador que se define como “dialoguista”.

El escenario recuerda al 2005, cuando los Kirchner vencieron a los Duhalde en la provincia de Buenos Aires y dejaron obsoleta su conducción. Ahora, Milei replica la jugada: ganó en la Ciudad, dejó malherido al referente amarillo y atrae a los barones con promesas de poder real. “Si el auto pintado de violeta funciona, ¿para qué le vamos a poner un manchón amarillo?”, ironizó un operador libertario.

Los que se cortan o se cortarían solos

En ese contexto, el expresidente ya no dirige ni su propio espacio. Jorge Macri coquetea con la idea de emanciparse. Se habla de una limpieza en el gabinete porteño, sacando a los enviados del exmandatario. Y los gobernadores del PRO —incluso los de la UCR— ya no lo consultan. En Chaco, Entre Ríos y Mendoza buscan alianzas con el Ejecutivo para sostener sus bancas en el Senado.

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La desorientación del expresidente es notoria. En el búnker de la calle Balcarce, mientras se digería la derrota, Macri se encerró a pensar su próximo paso. En simultáneo, Milei celebraba en el hotel Libertador, reivindicando a su hermana Karina como la gran arquitecta del triunfo porteño. La misma que impulsó la estrategia de enfrentarlo directamente, en su propio terreno.

Silvia Lospennato, la candidata promovida por Macri, fue blanco de críticas demoledoras. “Fue una pésima candidata”, lanzó Milei, mientras deslizaba que los acuerdos con el PRO “están avanzados independientemente” del expresidente.

La herida más profunda, sin embargo, es simbólica. Macri convocó a los referentes de su partido antes de las elecciones. Les pidió que se involucraran. Le dijeron que no. Sólo prometieron no sellar alianzas con el Gobierno “hasta después de los comicios”. La promesa ya quedó vieja.

“Quizá Macri deba entender que su momento pasó”, dijo Milei. Lo saben también muchos dentro del PRO. Y aunque no lo digan en público, ya están actuando en consecuencia.

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