Cada 3 de julio se celebra en Argentina el Día del Locutor, una fecha que conmemora la labor de quienes prestan su voz a la información, el entretenimiento y la cultura, como es el caso de Graciela Miranda. Este año, la jornada adquirió un significado especial para la locutora, quien lleva décadas ligada a los medios misioneros y se convirtió en un símbolo de vocación, esfuerzo y reinvención personal.
Graciela creció rodeada de micrófonos, cámaras y cintas de edición. Su historia profesional comenzó mucho antes de asumir su actual rol en Canal Doce y LT17 Radio Provincia. Desde niña transitó los pasillos del canal, espacio que su padre ayudó a fundar y donde su madre trabajó más de treinta años en el área administrativa. “Canal Doce fue siempre mi casa”, recordó emocionada.
En una entrevista con Canal Doce, Miranda contó que su vínculo con la comunicación nació entre ilusiones y dudas. “Primero fueron ideas, pensaba que no podía. Crecí en el canal viendo cómo se presentaban los locutores, cómo se armaban las notas”, relató. Ese entorno la marcó para siempre, aunque su camino profesional no fue lineal ni inmediato.

La reinvención de Graciela Miranda a través de la locución
Durante más de dos décadas trabajó como editora audiovisual, acumulando experiencia en la producción de noticias, contenidos gráficos y audiovisuales. Estudió arte y periodismo, desarrolló una mirada sensible del medio y entendió que el oficio requiere tanto de técnica como de humanidad. Sin embargo, un año atrás decidió dar un giro inesperado y se volcó al estudio de locución.
“Estudiar locución fue un segundo aire”, aseguró. Esa elección la condujo a Radio Provincia, donde encontró una pasión que la sorprendió. “Me enamoré de la radio. Arranqué por la televisión, con la imagen y la edición, pero ahora estoy muy feliz acá”, confesó. Hoy su tarea diaria incluye la edición de contenidos para redes y la grabación de audios que suenan en la madrugada, una franja que ella mantiene activa con dedicación.
No todo resultó sencillo. La edad y ciertos prejuicios personales le plantearon dudas. A eso se sumaron desafíos físicos, ya que una patología le dificultó el dominio de herramientas esenciales como la respiración o el uso de la voz. Pese a eso, no se detuvo. Encontró el impulso necesario en un profesor que la acompañó incluso en los momentos más difíciles. “Me manda un mensajito con las palabras justas y sigo para adelante”, relató.
Graciela valoró el dinamismo del oficio. “Me aburro con facilidad. Y la comunicación no te permite aburrirte, por más que sea lo mismo, todos los días es distinto”, afirmó. Desde pensar nuevas gráficas hasta aportar ideas para distintos proyectos, cada jornada presenta un desafío diferente. Esa variedad la mantiene motivada y comprometida con su trabajo.
Al mirar hacia atrás, se pregunta: “¿Por qué no empecé por acá?”. Pero no lo lamenta. Siente que todo ocurrió en el momento justo. Agradece el recorrido que la llevó a conocer los medios desde adentro, a crecer con referentes que marcaron su carrera y a reinventarse cuando muchos piensan que es tarde. “Tenía que madurar, aprender de todas las personas con las que trabajé”, expresó.
Hoy, Graciela Miranda es mucho más que una locutora. Es editora, productora, narradora y transmisora de historias. Su trabajo reúne técnica, sensibilidad y amor por la comunicación. En este Día del Locutor, su historia representa la constancia de quienes eligen, cada día, hacer de su voz un puente con la comunidad.