En Posadas, las ofertas de Locro fueron variadas. Distintas rotiserías, clubes, restaurantes y comisiones de vecinos prepararon su mejor versión para compartir la costumbre.
El locro se posicionó como la elección culinaria predilecta para conmemorar el Día del Trabajador. Este plato, arraigado en la historia y la tradición del país, se convirtió en un símbolo gastronómico que une a los argentinos en esta jornada especial. En Posadas, las ofertas de locro fueron variadas, rotiserías, clubes, restaurantes y comisiones de vecinos prepararon su mejor versión para compartir la costumbre.
El locro es un guiso tradicional, reconocido por su sabor único. Este plato consiste en una mezcla de maíz, porotos (judías o alubias), carne (generalmente vacuna, de cerdo o de pollo), chorizo, panceta, zapallo (calabaza), cebolla, pimiento y especias como comino y pimentón. Aunque, cada cocinero o cocinera seguro tendrá un secreto, para cocinar el mejor Locro.
En Posadas, durante la semana previa a la conmemoración del día del trabajador, las ofertas de porción de locro circularon de boca en boca, por redes sociales y estados de Whatsapp. Los restaurantes y locales gastronómicos, panaderías, clubes y organizaciones de vecinos, entre otros, hicieron su versión del tradicional plato.
En la esquina de Roque Pérez y Eugenio Ramírez, conocida por el local parrillero El Tigre, al mediodía ofrecieron locro. “Los sábados hacemos parrilla y hoy primero de mayo estamos con el Locro”, contó el cocinero. Su receta incluye garrón, puchero de vaca, mondongo, zapallo y mandioca, enumeró el dueño de la parrilla que está hace trece años en esa esquina.
Por su parte Mabel, en la esquina de Maipú y Herrera, cerca de la avenida Uruguay, tiene un local de comidas, La receta de la Yaya Mabel. “Ofrezco menú diario, de lunes a viernes, generalmente para las fechas patrias y día del trabajador hacemos locro. Desde las 5:00 de la mañana está hirviendo”, precisó la cocinera. Quien además detalló que en su versión del plato del día “no puede faltar mondongo, mucho apio, pata, pata de cerdo, costilla de vaca y tripa gorda”. La oferta gastronómica de Yaya, incluye empanadas de carne cortada a cuchillo y pastelitos.
Mabel contó que su local de comidas es un emprendimiento que lleva con su hijo que es chef. “Es próspero el trabajo en la gastronomía”, celebró. Además le encanta cocinar, tratar con la gente. “Me encanta lo que hago y cocino con amor”, expresó.
Mientras que Omar, en el barrio El Palomar, cocinó la misma receta que hace 30 años, indicó. Detalló su particular forma de preparar este menú, “compro garrones, pata y hago el gel durante la noche previa. Y después deshueso todo. A la mañana temprano comienzo la cocción, le pongo osobuco, rabo, pecho y todas las verduras”.
“Hace treinta años hago el locro así, siempre la misma receta y tengo mis clientes a quienes les gusta, así bien espeso”, describió.
Por qué se empezó a comer locro en el 1 de mayo
Su origen se remonta a la época colonial y su popularidad perdura a lo largo de los siglos, trascendió barreras sociales y económicas para convertirse en un elemento esencial de la identidad culinaria argentina.
Sin embargo, en las últimas décadas, el locro adquirió un nuevo significado al asociarse estrechamente con el Día del Trabajador. Esta tendencia fue impulsada por los bodegones, los sindicatos, los hogares y los restaurantes que, año tras año, eligen este plato para celebrar la labor de los trabajadores.
En los registros de los años 40 al 60, el asado y las empanadas eran los platos típicos de las festividades colectivas y populares. No había ninguna referencia al locro en los festejos del Día del Trabajador. Luego, en los encuentros sindicales de mediados de la década del 60, ya se servía locro.
Con el paso del tiempo, el locro se consolidó como el plato estrella del Día del Trabajador. Grandes ollas humeantes de este delicioso guiso se preparan en todo el país, desde los sindicatos hasta los hogares, donde muchos argentinos optan por cocinar su propia receta de locro para compartir con familiares y amigos.
Además, el locro trascendió los límites de los festejos sindicales para llegar a los bodegones barriales y a los restaurantes más exclusivos.
