Los científicos tratan de desentrañar las razones del vertiginoso aumento de la miopía en los niños. Las nuevas opciones de tratamiento pueden ayudar a evitar que su visión empeore.
En Estados Unidos las tasas de miopía se dispararon en los últimos 50 años, pasaron del 25% en 1.971 a casi el 42% en 2.017. Muchos de estos casos se dan en niños que son miopes a edades cada vez más tempranas. La causa, según algunos expertos, es demasiado tiempo frente a la pantalla y poco tiempo al aire libre. El número de niños que necesitan gafas para ver objetos lejanos va en aumento y las proyecciones sugieren que en 2.050, el 50% de la población mundial estará afectada.
En la década de 1.970, el 25% de los estadounidenses tenía miopía, pero sólo tres décadas después la prevalencia aumentó al 42%. Aunque la genética es responsable de algunos casos, los científicos creen ahora que el entorno también desempeña un papel importante. Los investigadores comenzaron a idear formas de ralentizar e invertir el deterioro de la visión de los niños. El objetivo es mejorar su calidad de vida y disminuir el riesgo de pérdida de visión en etapas posteriores de su vida.
Niños, los más afectados
“Los niños se están volviendo miopes a un ritmo nunca visto“, comentó Nick Onken, optometrista de la Universidad de Alabama, Birmingham, Estados Unidos. “Es más rápido de lo que puede explicar incluso la genética por sí sola“, aseguró.
“Sabemos desde hace décadas que cuanto más miope es una persona, más probabilidades tiene de perder la visión cuando sea mayor“, remarcó el profesional. Esto se debe a las afecciones como el desprendimiento de retina, el glaucoma, la degeneración macular y las cataratas, explicó Onken. En la mayoría de los niños, la visión se estabiliza al final de la adolescencia, aunque en una minoría de individuos este proceso dura hasta mediados de los 20 años.
“El mayor factor de predicción de la miopía es el momento en que se adquiere“, indicó Jeffrey Walline, optometrista y decano asociado de investigación de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos. Como explicó Walline, cuanto más pequeño sea un niño cuando adquiere la miopía, peor acabará siendo, debido al tiempo que el globo ocular pasa creciendo más de lo debido.
Qué le ocurre al ojo con miopía
La miopía suele comenzar durante la infancia debido a un desajuste entre la velocidad de crecimiento del ojo y el lugar donde se enfoca la luz en la retina. “La miopía se debe a que el ojo es demasiado largo“, explicó Carolyn Lederman, oftalmóloga de Purchase, Nueva York, Estados Unidos.
Cuando todo el globo ocular crece más de lo debido, se crea una situación en la que los componentes de enfoque del ojo, la córnea y el cristalino, dirigen la luz justo delante de la retina, en lugar de sobre ella. Esto provoca que los objetos lejanos aparezcan borrosos. De esta manera, la edad a la que un niño se vuelve miope suele predecir qué tan mala será su visión.
Además de necesitar gafas correctoras o lentes de contacto para ver bien, las personas con miopía también corren un riesgo mucho mayor de desarrollar problemas de visión más adelante.
Tal como explicó Ann Shue, oftalmóloga de la Universidad de Stanford, cuando el ojo es un poco más grande de lo que debería, se estira. “A medida que envejecemos, esto puede tirar de la retina” y causar problemas como glaucoma, desprendimiento de retina o degeneración macular, aseguró Shue.
Por qué aumentan las tasas de miopía
Aunque las razones del aumento de las tasas de miopía son complicadas y es probable que haya varios factores que contribuyan a ello, varios estudios apuntan a la falta de tiempo al aire libre como uno de los principales factores de riesgo. Una teoría sobre la relación entre la falta de tiempo al aire libre y un mayor riesgo de desarrollar miopía es el efecto de la luz exterior en la estimulación de la liberación de dopamina, que actúa como una señal para frenar el crecimiento del ojo.
“La luz más brillante libera más inhibición del crecimiento ocular”, lo que impide que el ojo crezca demasiado, señaló Ian Morgan, profesor de la Universidad Nacional de Australia, cuyas investigaciones se centran en la miopía. Lo que está menos claro es el efecto del tiempo frente a la pantalla y del trabajo de cerca (como la lectura) en el riesgo de desarrollar miopía.
Algunos estudios sugieren que el tiempo frente a la pantalla y el trabajo de cerca están relacionados con un mayor riesgo de desarrollar miopía, mientras que otros estudios no muestran ninguna relación.
La gravedad de la miopía puede reducirse
Para explorar si había intervenciones que pudieran ralentizar los cambios en la visión, los investigadores pusieron en marcha el estudio Blink, en el cual 294 niños de entre 7 y 11 años recibieron lentes de contacto (algunas normales, monofocales, y otras bifocales) que, según se ha demostrado en estudios anteriores, ralentizan la progresión de la miopía.
Estas lentes de contacto especiales, que suelen recetarse a pacientes mayores que necesitan gafas bifocales, enfocan la mayor parte de la luz en la retina, proporcionando al usuario una visión central nítida, al tiempo que hacen que una pequeña cantidad de luz en la visión periférica se enfoque justo delante de la retina.
En otros estudios se demostró que el uso diario de un colirio especial, denominado atropina de baja concentración, también ralentiza la progresión de la miopía. En concentraciones normales de alrededor del 1%, la atropina se utiliza para dilatar la pupila en los exámenes oculares.
Pero, a concentraciones muy bajas, normalmente entre el 0.01 % y el 0.05 % de solución, las gotas de atropina justo antes de acostarse han demostrado ralentizar el crecimiento del globo ocular. En este momento, sin embargo, sigue habiendo dudas sobre qué dosis es la más eficaz y si la eficacia varía según los niños. Aunque aún se están afinando los detalles, se trata de un tratamiento prometedor.
“El uso de cualquiera de esos tratamientos parece ralentizar el ritmo de crecimiento del ojo entre un 50 % y un 60 %”, asegura Onken. “No podemos parar el tren, pero podemos ralentizarlo”.
Detener la miopía antes de que se desarrolle
Los investigadores están empezando a idear formas de detener la progresión de la miopía antes de que empiece. Para ello, intentan predecir qué niños desarrollarán miopía. “En realidad, el crecimiento más rápido del ojo se produce justo antes de volverse miope“, revela Walline.
El experto, junto con sus colaboradores, está trabajando en la puesta en marcha de ensayos clínicos para prevenir o retrasar la aparición de la miopía en los niños, utilizando gotas oftálmicas de atropina a dosis bajas. Este estudio será similar a otros realizados en el pasado fuera de Estados Unidos que demuestran que estos colirios, administrados en dosis bajas, pueden retrasar la aparición de la miopía en los niños. Así, si un pequeño la desarrolla, el tratamiento para retrasarla es el mismo que para prevenirla.
