Un nuevo estudio científico encendió las alarmas en el país: el arroyo Las Conchas, afluente del río Paraná en Entre Ríos, presentó la concentración más alta de glifosato registrada en toda Sudamérica. La evidencia, revelada en el Congreso Internacional de Salud Socioambiental, confirma un proceso de contaminación de larga data que afecta no solo al ambiente, sino también a la salud humana.
Cadenas contaminadas, desde el campo hasta el plato
El biólogo Fabricio Tejerina analizó los datos a la luz de antecedentes históricos y científicos que vienen alertando sobre los impactos del uso indiscriminado de agroquímicos. “La problemática del glifosato y estos contaminantes tiene que ver con una lucha que se da hace mucho tiempo. No es algo nuevo”, remarcó.
Tejerina recordó que ya en los años 70, la bióloga Rachel Carson advirtió sobre estos peligros en su libro Primavera Silenciosa, una obra pionera que reveló los efectos devastadores del DDT en las cadenas alimenticias. A partir de allí, distintas investigaciones en el mundo comenzaron a mostrar un mismo patrón: contaminación persistente, acumulación en sedimentos y efectos graves en especies silvestres y humanos.
El Paraná y una contaminación que recorre miles de kilómetros
La reciente investigación, liderada por Rafael Lajmanovich y su equipo del CONICET, la UNL y el INTA, identificó no sólo altas concentraciones de glifosato, sino también un cóctel tóxico de bacterias, detergentes y pesticidas en cuatro arroyos entrerrianos: Las Conchas, Las Tunas, Espinillo y Crespo. En varios casos, los bioensayos mostraron una letalidad del 100 % en renacuajos expuestos durante solo 24 horas.
En ese contexto, Tejerina subrayó la necesidad de observar el fenómeno desde una perspectiva de cuenca. “El ambiente está interconectado en todos sus sentidos. El Paraná viene desde Brasil, atraviesa varias provincias y su cuenca refleja lo que hacemos a lo largo de todo ese recorrido. Lo que se tira en un cultivo, la lluvia lo arrastra, llega a las napas y, finalmente, a nuestras mesas”, explicó.
Un modelo productivo que necesita alternativas
Para el biólogo, los datos actuales deben invitar a una reflexión profunda sobre el modo en que producimos alimentos. “Los investigadores nos piden revisar nuestros modelos de producción: locales, regionales y globales. La contaminación no termina donde se aplica el agroquímico. Sigue su camino, contamina napas, cursos de agua, animales, y luego a los humanos”.
En Misiones, destacó Tejerina, existe una diferencia importante: la provincia cuenta con una ley que prohíbe el uso de agroquímicos como el glifosato. “Eso es un paso positivo, pero también debemos pensar alternativas reales y sostenibles para producir sin dañar el ambiente”, agregó.
Ciencia, alerta y acción contra el glifosato
La investigación fue publicada en la revista científica Water Environment Research bajo el título “Impacto ecotoxicológico de la agroindustria en los arroyos de una cuenca sudamericana: renacuajos anfibios como indicadores de salud ambiental”. Allí se detallan los niveles preocupantes de contaminación en cursos de agua que abastecen a reservas naturales y poblaciones rurales.
Frente a este escenario, los especialistas reclaman una urgente revisión de la normativa sobre efluentes y la mejora en los controles ambientales. La contaminación del agua dulce no solo amenaza a la biodiversidad, sino también al derecho básico de acceso a agua segura para las comunidades.