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Written by 8:17 pm Espectáculos, Música, Notas de opinión

Los 50 vigentes años de Confesiones de invierno

Fue un disco del dúo Sui Generis que integraban Charly García y Nito Mestre. Ellos dieron popularidad al rock nacional incipiente en esas épocas. Aunque apenas tenían 20 años, tanto la música como las letras mostraban una madurez notable. El álbum ha resistido con vigor y dignidad el paso de los años

Por Mario Pernigotti

Ya tenían su fama y estaban preparando su segundo álbum: eran Carlos Alberto García Moreno (alias Charly García) y su homónimo Carlos Alberto Mestre (alias Nito). Vida, el primero había venido a imponer un nuevo estilo de folk rock. Hasta ese momento, solo estaba Vivencia (un dúo también que hacía una música con letras ‘blancas’). Pero Sui era mucho (pero mucho) más picante en las letras que Vivencia y musicalmente, mucho más complejo por los profundos conocimientos que tenía García.

Así, Sui Generis era el manejo magistral de teclados de Charly, un poco de guitarras y la flauta traversa de Nito.

La banda tenía sus problemas: eran repudiado por el resto de los rockeros nacionales que los veían como unos debiluchos que hacían música para las colegialas, pero a los jóvenes -en general- les gustaba mucho.

Tanto que Vida anduvo muy bien. Y Confesiones de invierno constituyó un envión notable de calidad bien entendida. Y ellos ya no se bajaron más de la ola musical durante décadas.

Quien escribe estas líneas tenía 18 años en 1976 cuando pudo comprar Confesiones de invierno. Ponía el disco en el lado 1 del Winco de mi tía (que amaba al chaqueño Elio Roca y escuchaba horrorizaba los sones que salían de su aparato).

Era (y es) un disco (casi) perfecto.

No tiene puntos débiles ni flojos.

Arranca con Cuando ya me empiece a quedar solo y habla justamente de los artistas. Charly se ponía los anteojos de profeta y realmente para darle ese toque nostálgico y tanguero que tenía el tema aparecían los compases de un bandoneón tocado por Rodolfo Mederos: ¡Perfecto!

Para levantar el ánimo, seguía Bienvenidos al tren. Un tema muy pegadizo y saltarín. Bien para cantarlo entre todos.

Y luego algo con mucho vuelo poético: Un hada y un cisne. Charly siguió trabajando esa temática luego en la super banda Seru Giran. Este tema, además, permitía el lucimiento individual de los distintos ejecutantes de instrumentos y realizar solos improvisados al momento (de hecho, en el recital de cierre de Sui Generis, dura 27 minutos).

En el otro lado del disco LP arrancaban con el tema que daba nombre al álbum. Un triste relato de alguien joven que la estaba pasando mal. “Me echó de su cuarto diciéndome no tienes profesión; tuve que adaptarme a mi condición, en invierno no hay sol”. Quizá lo más parecido a esto es lo que cantó José Larralde alguna vez: “el pobre cuando anda en la mala, pisa caca y se resbala”.

Y al final el joven Charly se animaba a denunciar lo que ya se venía: la brutalidad de las fuerzas. “Conseguí licor y me emborraché En el baño de un bar; Fui a dar a la calle de un puntapié Y me sentí muy mal. Y, si bien yo nunca había bebido, En la cárcel tuve que acabar, La fianza la pagó un amigo Las heridas son del oficial”

Rasguña las piedras resultó una pegada que se difundió en las radios. Hablaba aparentemente de alguien que quedaba atrapado tras un derrumbe. Y que pedían que vayan a rescatarlo. Una humorada al estilo Charly.

Lunes otra vez transmitía toda la tristeza que siente el ser humano occidental que empieza poner melancólico su estado de ánimo en la tardecita del domingo y ya el lunes lo tiene todo inundado de ese color gris.

Aprendizaje es otra pequeña maravilla que parecía pertenecer a Vida. Pero calzaba perfecto. Charly se animaba a cuestionar a sus maestros: “Y tuve muchos maestros de qué aprender; Solo conocían su ciencia y el deber. Nadie se animó a decir una verdad: Siempre el miedo fue tonto”.

Mr. Jones, o pequeña semblanza de una familia tipo americana era un rock a toda raja con un tempo en jazz de los años 20. Tiene un notable parecido a Bring back that Leroy Brown de Queen solo que este tema llegaría un año más tarde.

Y ya en el final, la conmovedora historia del rey tonto e imaginario, casi una semblanza del monarca francés Luis XVI pero también una crítica al poder.

El final era más que conmovedor: “Yo era el rey, de este lugar
Tenía 100 capas de seda fina. Estoy desnudo, si quieren verme
Bailando a través de las colinas. Bailando a través de las colinas” con una orquestación que sacudía el alma. O como dice Pablo Fernández en YouTube, “eriza y estremece”. Por lo menos para un joven de 18 años.

Hoy ya no tengo 16 años. Tengo 50 más. El álbum de tapa amarilla con el rostro pintado de Charly y Nito sigue estando. No puedo oírlo más porque los ladrones me robaron el equipo musical, pero pongo YouTube Premium y vuelve a sonar el bandoneón de Rodolfo Mederos en medio de los compases del piano de Charly. Y canta Nito: Tendré los ojos muy lejos, Y un cigarrillo en la boca El pecho dentro de un hueco. Y una gata medio loca.Un escenario vacío Un libro muerto de pena Un dibujo destruido y la caridad ajena

¡Qué bien envejeciste Confesiones, por Dios, qué bien envejeciste!

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