En la localidad de 25 de Mayo, la chacra hidropónica gana terreno como una alternativa eficiente y sostenible para la producción de alimentos. Canal Doce recorrió un emprendimiento local donde esta técnica, que cultiva sin suelo y con agua enriquecida en nutrientes, transforma la forma de trabajar la tierra.
Rolando Frank, productor de la zona, explicó cómo la tecnología y el conocimiento científico se integran al trabajo diario: “Les quiero mostrar cómo se miden los parámetros en la solución nutritiva para el sistema hidropónico. Es una tarea que se debe hacer todos los días”.
Frank detalló que uno de los controles más importantes es el nivel de nutrientes disueltos en el agua, medidos en PPM (partes por millón). “Debemos ser bastante eficientes en el área nutricional, porque hay parámetros a seguir. En este caso, tomamos una muestra de agua de uno de los reservorios que tenemos. Hacemos una medición, la cual nos marca 984 PPMs. Es una de las maneras de medirse, o con milisiemens, que son distintas medidas según cada hidroponista”, contó.
La clave: la precisión de los nutrientes
El productor especificó su rango de trabajo habitual: “Yo particularmente trabajo entre 800 hasta 1200 PPMs”. Esta precisión garantiza que las plantas reciban la cantidad adecuada de nutrientes, lo cual se refleja en la calidad de los cultivos.
Además, Frank remarcó la importancia del control del pH del agua, clave para la absorción de nutrientes: “Lo ideal es que esté entre 5.5 y 6.5. De esa manera, todos los nutrientes estarán disponibles en la planta. Medir pH evita agua ácida”.
La aplicación de estas técnicas mejora el rendimiento y permite a pequeños productores incorporar herramientas científicas de forma accesible. La hidroponia resulta una solución concreta frente a los desafíos del cambio climático, la escasez de suelo fértil y la necesidad de producir más con menos recursos.
Este tipo de producción se desarrolla con una inversión inicial controlada y resultados visibles en pocas semanas. La experiencia de productores como Frank demuestra que la ciencia al servicio de la chacra es una realidad productiva y replicable.
