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Guy Consolmagno, el jesuita que mira al cielo con ojos de científico y corazón de creyente

 El religioso observa las estrellas cada día como jefe del Observatorio Astronómico Vaticano y valora cómo la ciencia le ha hecho redescubrir la belleza de ser cristiano.

El Vaticano puede ser el lugar de la tierra donde estar más cerca del cielo. Esta frase se cumple en la vida del hermano Guy Consolmagno, director del Observatorio Astronómico de la Santa Sede desde 2015. A sus 68 años, este jesuita reconoce que su encuentro con Dios se produce a través de la mirada al universo desde los enormes telescopios vaticanos y reconoce que necesita de la fe para que esa admiración que le despiertan las estrellas, los cometas y planetas le haga pensar en Dios.

El hermano Consolmagno afirma que todo es admirable. “En el universo veo la mano de Dios, su gloria, su inteligencia, su belleza. Pero esto solo es posible si ya crees”; defiende que no hay conflicto entre la ciencia y la fe, y se remite a un mensaje que el Papa Juan Pablo II envió a su predecesor al frente de la Specola Vaticana. El, por entonces, Santo Padre destacó que la ciencia es importante para la religión “porque puede erradicar la superstición, es decir, las falsas creencias”.

El origen de la fe de Consolmagno se encuentra en su infancia como monaguillo, mientras ayudaba en la celebración de la Misa. Su vida le llevó a poder compaginar las dos facetas del cielo que había encontrado en su vida: la vocacional y la profesional. Este amante de la ciencia ficción consideró una “aventura increíble” poder ser científico. Cree que lo ha sido, porque, “me hizo redescubrir la belleza de ser católico”, remarcó.

G.V

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