El locro es uno de los platos más representativos de la cocina argentina y cobra especial protagonismo durante fechas patrias y feriados, especialmente el Día del Trabajador. En muchas provincias, la preparación del locro se convierte en un ritual que convoca a vecinos, amigos y familias enteras desde las primeras horas del día.
Una receta criolla con historia y tradición
Se trata de una comida típica que se consume los primeros de mayo en Argentina, sobre todo en regiones del norte y centro del país. El locro tiene raíces andinas y precolombinas, y a lo largo del tiempo fue adoptado y adaptado por la cultura criolla, convirtiéndose en un símbolo de identidad gastronómica.
El secreto de un buen locro comienza con la elección de ingredientes frescos y de calidad. La receta tradicional incluye maíz blanco partido, porotos, zapallo, carne de cerdo (como pata, cuero, chorizo y panceta), y carne vacuna. Todo esto se cocina a fuego lento durante varias horas en una gran olla, removiendo constantemente para lograr una textura cremosa y uniforme.
Uno de los toques infaltables es la salsa picante, también llamada grasita colorada. Se elabora con aceite, pimentón, ají molido y, a veces, cebolla de verdeo, y se agrega al momento de servir para realzar los sabores.
En cada región, el locro puede tener sus variantes. Algunos cocineros le agregan mondongo o incluso batata. Otros, en cambio, prefieren una versión más ligera con más vegetales y menos carne. Lo cierto es que, más allá de los ingredientes, el locro es una excusa perfecta para compartir.
Durante los primeros días de mayo, muchas instituciones realizan ventas solidarias o comunitarias de locro, lo que fortalece los lazos sociales y mantiene viva una de las tradiciones culinarias más arraigadas del país.