La conmoción sigue presente en Villa Crespo tras la masacre familiar ocurrida en un departamento del sexto piso de un edificio ubicado sobre la calle Aguirre al 200. Laura Leguizamón, de 50 años, asesinó a puñaladas a su esposo Bernardo Seltzer (53) y a sus hijos Ian e Ivo, de 13 y 15 años respectivamente, antes de quitarse la vida en un hecho que los investigadores definen como motivado por un brote psicótico.
De acuerdo a fuentes de la investigación, el ataque comenzó mientras la familia dormía. Leguizamón apuñaló a su esposo con tres cuchilladas mientras él descansaba. Luego se dirigió al cuarto de los adolescentes. Ambos intentaron defenderse, pero murieron tras recibir entre 10 y 12 puñaladas cada uno. Uno de los cuerpos fue hallado en su habitación, mientras que el otro apareció junto a la puerta de salida del departamento, donde fue encontrado por la empleada doméstica horas después.

Tras cometer los asesinatos, Leguizamón regresó al cuarto matrimonial, se acostó junto a su esposo y se autoinfligió varias heridas. Luego se arrastró hasta el baño, donde finalmente falleció. “Tenía una lesión grande en el pecho, además de otras en la muñeca”, indicaron los investigadores. Antes de morir, escribió una carta en una hoja A4 que quedó manchada de sangre. En ella plasmó frases sin sentido, escritas con una mezcla de imprenta y cursiva, lo que reforzó la idea de que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales. Uno de los fragmentos decía: “Íbamos a la calle. Fue mucho. Todo mal, muy perverso. Los arruinaba la vida. Los amo. Mi tel es L”. Los peritos sospechan que ese final hace referencia a una posible clave para desbloquear su teléfono celular.
Crímen de Villa Crespo: los allanamientos
En el marco del allanamiento realizado por los efectivos en el domicilio, se secuestraron psicofármacos, entre ellos una caja vacía de sertralina Rospaw de 50 miligramos (utilizada comúnmente para tratar la ansiedad y la depresión), una caja de Midax 10 y otra de olanzapina de 10 miligramos, un antipsicótico utilizado en tratamientos de esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión grave. Este hallazgo respalda la versión de la hermana de Leguizamón, quien confirmó que la mujer se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico.
Además de los medicamentos, la policía incautó una computadora portátil, los cuchillos utilizados para cometer los homicidios, la carta escrita por Leguizamón y los teléfonos celulares de los miembros de la familia. El contenido de la carta apuntaría a una posible pista para acceder al teléfono de la mujer, lo cual podría aportar más información sobre el estado mental previo a la tragedia.
El fiscal de la causa, César Troncoso, no descarta la posibilidad de una responsabilidad por parte del médico psiquiatra que atendía a Leguizamón. Aunque aún no se avanzó en esta línea, es una hipótesis que permanece bajo análisis.
En medio del dolor que dejó la tragedia, Roland Rusell, profesor de inglés que daba clases a los padres y recientemente también a Ian, aseguró no haber percibido señales de alarma. “Nunca vi nada raro. Siempre los vi sonrientes, como una familia normal”, expresó. Aportó además mensajes y audios que había intercambiado con Laura, en los que ella se mostraba amable, pedía disculpas por inasistencias y le ofrecía libros y ropa.
“No me lo esperaba. Me pegó fuerte cuando lo vi en las noticias”, confesó el docente, quien compartió su pesar por una familia que, desde afuera, no mostraba signos de la tragedia que se avecinaba.