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Economías regionales: tomateros de Mendoza y San Juan piden auxilio urgente

Productores de tomate en Mendoza y San Juan enfrentan una tormenta perfecta: inclemencias climáticas, suba de costos, caída de la demanda y avalancha de importaciones.

La crisis del tomate en Cuyo atraviesa uno de sus peores momentos, y se suma a tantas otras situaciones similares en las economías regionales argentinas. Productores de Mendoza y San Juan denuncian pérdidas millonarias por efectos climáticos extremos, aumento de costos operativos y una caída abrupta en la demanda industrial, agravada por una política de importaciones que favorece el ingreso de pulpa extranjera a precios irrisorios.

La cadena productiva del tomate en las provincias de Mendoza y San Juan vive una de las peores crisis de su historia reciente. Los productores, golpeados por condiciones climáticas extremas, aumentos drásticos en los costos de producción y una caída significativa en la demanda por parte de las industrias procesadoras, alertan sobre un escenario de quiebre económico inminente.

“Se han sumado todos los factores que hay en los libros”, resumió Gustavo Cialone, secretario de la Asociación Tomate 2000, al referirse a las inclemencias que afectaron la cosecha 2024. En Mendoza, las pérdidas llegaron al 20%, como consecuencia de lluvias intensas, heladas tardías, sequías prolongadas y olas de calor durante la floración. Este cóctel climático afectó tanto la calidad como el volumen de la producción.

Sin demanda y con sobreoferta

En San Juan, la situación no es mejor. Pese a haber alcanzado niveles récord de producción, los productores se enfrentan a la desidia de las fábricas procesadoras, que este año redujeron su capacidad de acopio. José Luis Martín, uno de los principales tomateros de la región, advirtió que más del 20% de su producción se perderá por falta de compradores.

La retracción de la demanda industrial obedece, en parte, a un cambio en el mercado global. Según datos recientes de la industria alimenticia, grandes fabricantes de pulpas y salsas envasadas están sustituyendo proveedores locales por importaciones más baratas, una medida que pone en jaque a toda la cadena agroindustrial del tomate en el país.

Costos por las nubes

La otra variable que complica al sector es el desborde de los costos de producción. En San Juan, por ejemplo, el precio del riego por goteo con electricidad pasó de 380.000 pesos en 2024 a más de tres millones de pesos en enero de 2025. El litro de gasoil, insumo clave para las labores agrícolas, subió de 400 a 1.300 pesos. “No hay forma de sostener esta actividad con estos niveles de inflación y tarifas”, dijo Gustavo Iranzo, presidente de la Cámara de Productores de San Juan.

crisis tomate cuyo

Con estos números, los productores deben vender a precios inferiores a los costos para seguir siendo competitivos. En muchos casos, ni siquiera logran cubrir los gastos mínimos, lo que los empuja al endeudamiento o al abandono del cultivo.

Importaciones: la amenaza externa

A todo este escenario se suma un problema estructural: el aumento exponencial de las importaciones. En 2024, la entrada de pulpa de tomate, principalmente desde Chile, creció un 104% en comparación con el año anterior. Esta situación, que los productores califican como “competencia desleal”, desplaza la producción nacional y pone en riesgo el empleo y la inversión local.

“El ajuste va directo al productor”, enfatizó Iranzo, y señaló que la política de importaciones indiscriminadas mina la sustentabilidad del sector. En particular, preocupa la llegada de pasta de tomate desde China, que ingresa a precios dumping, por debajo del costo de producción local.

Reclamos y propuestas

Ante este escenario, los productores reclaman al Gobierno nacional una batería de medidas para proteger la producción cuyana. Entre ellas, proponen establecer cupos de importación tomando como referencia el promedio entre 2021 y 2023, años en los que Argentina alcanzó el autoabastecimiento de pasta de tomate.

Además, exigen la aplicación de aranceles del 30% a las importaciones que superen esos cupos y la activación de procedimientos antidumping contra la pasta proveniente de China. Estas medidas, aseguran, permitirían recuperar parte del terreno perdido y frenar el éxodo de productores del rubro.

El riesgo del desmantelamiento productivo

La situación actual refleja una profunda desarticulación entre la política agroindustrial nacional y las necesidades del interior productivo. Mientras en la región de Cuyo se pierden hectáreas y empleos, en los supermercados se multiplican las góndolas con productos importados. La falta de previsibilidad en las políticas económicas y la ausencia de una estrategia de protección del mercado interno están dejando a una economía regional estratégica al borde del colapso.

El tomate, que alguna vez fue emblema de valor agregado y exportación, hoy representa una postal cruda del deterioro que atraviesan muchas economías regionales argentinas. Sin medidas urgentes, el futuro inmediato es sombrío.

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