Durante seis horas de indagatoria ante el juez federal de La Plata, Ernesto Kreplak, el empresario farmacéutico Ariel García Furfaro intentó despegarse de las graves acusaciones que lo vinculan a la producción, distribución y venta de fentanilo contaminado. El dueño de HLB Pharma Group SA y Laboratorios Ramallo, señalado por el presunto vínculo entre sus productos y la muerte de 96 personas, volvió a cargar contra un ex socio político y comercial, Andrés Quinteros, a quien responsabilizó de un supuesto complot en su contra.
Desde el inicio de la audiencia, García Furfaro sostuvo que la contaminación bacteriana en el lote 31.202 de fentanilo no surgió dentro de sus instalaciones. “Yo no fui, yo no hice nada. Si el fentanilo está contaminado con bacterias, los bichos los puso otra persona”, declaró. Luego apuntó directamente contra Quinteros: “No tengo dudas de que está Andrés Quinteros atrás. Jamás tuve doble apellido. Todas cosas que eran de él. Yo me llamo García de apellido, no García Furfaro. Furfaro es el apellido de mi mamá. Quinteros estaba obsesionado con el fentanilo”.
El empresario presentó su descargo con un tono que mezcló acusaciones, denuncias previas y episodios personales. Aseguró que la competencia farmacéutica, funcionarios políticos y antiguos empleados complotaron en su contra. Según su relato, los directores técnicos de sus compañías eran “profesionales capacitados” y las maquinarias que utilizaban estaban entre las mejores del país.
En otro tramo de su exposición, recordó un hecho que, según él, reveló la verdadera obsesión de Quinteros. Relató que en octubre el ex concejal intentó robar “30 ampollas de morfina” en Ramallo. Explicó que la maniobra derivó en denuncias cruzadas y que tres extrabajadores del laboratorio lo alertaron sobre un plan para incriminarlo con medicamentos contaminados. “El tipo te quiere ver preso”, le habrían advertido.
Conectó también esa tensión con presuntos episodios de amenazas. Contó que un contacto le informó que Quinteros planeaba un atentado contra él. “Andrés Quinteros te va a hacer un atentado con el fentanilo. Quiere tanta plata”, habría escuchado de un intermediario. Según García Furfaro, grabó esas conversaciones para demostrar la maniobra.
Además, vinculó a Quinteros con maniobras administrativas. Recordó que en 2023 un trámite irregular por habilitaciones en San Isidro derivó en un allanamiento. En su versión, el ex concejal presentó un papel falso que terminó perjudicándolo. “Estoy seguro de que el que empezó a hablar de muerte por fentanilo desde el día uno fue Quinteros”, remarcó.
En otro pasaje de la declaración, buscó defender su trayectoria personal y empresarial. Recordó que comenzó a trabajar antes de los 18 años, que emprendió en distintos rubros y que en 2013 adquirió un laboratorio en Rosario. También evocó un incidente ocurrido en 2016 con una caldera en Apolo, cuando un vecino sufrió quemaduras. “Lo primero que hice es internar a la persona que se lastimó para que no se infecte”, relató, para comparar aquel episodio con la exposición mediática que atraviesa en la actualidad.
El empresario también admitió que siempre incorporó a su familia en la conducción de sus firmas, aunque nunca pensó que podía perjudicarlos. En la causa también están imputados sus hermanos, su madre y su abuela. Sin embargo, cuando la fiscalía lo interrogó sobre los nombres de Horacio Antonio Tallarico y Rodolfo Antonio Labrusciano como responsables de Laboratorios Ramallo, su explicación despertó más dudas. Dijo que los incorporó por conveniencia administrativa y por problemas personales.
Tallarico, jubilado y en situación económica crítica, reconoció ante el juez que solo prestó su nombre por amistad. “Solo hacía trámites para Ramallo, compraba algún repuesto para llevárselo. Siempre fue una gauchada que le hice”, sostuvo. Labrusciano, mecánico, relató que firmó para ayudar a un amigo y que trabajó en mantenimiento, pero abandonó el laboratorio hace siete años.
En el cierre de la indagatoria, García Furfaro acusó a la ANMAT de no haber actuado con la rapidez necesaria. Aseguró que los desvíos de calidad detectados en su laboratorio también ocurrían en la competencia, aunque, según él, las autoridades decidieron castigarlo de manera selectiva. También denunció una operación mediática para desplazarlo de los contratos de provisión al Estado.
Por último, expresó que atraviesa una ruina personal y económica. “Sí, estoy fundido. Mañana, si descubren qué pasó, tengo que arrancar de cero. Eso no me preocupa”, declaró. Reconoció que la crisis afectó a sus hermanos y hasta a la verdulería familiar. Insistió en que no cometió negligencias y reiteró su teoría de un sabotaje externo. “Yo me quedo a que me corten la cabeza si tengo responsabilidad”, concluyó.