El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, decidió no aprobar la designación de Gali Dagan como nuevo embajador de Israel en Brasil, profundizando la crisis bilateral que se arrastra desde el inicio de la guerra en Gaza. La negativa se conoció tras la salida del embajador saliente, Daniel Zonschine, lo que deja a la representación israelí en Brasil sin titular y en un nivel diplomático “más bajo” desde el restablecimiento de relaciones entre ambos países en 1949.
Un conflicto que se arrastra desde el 7 de octubre
El rechazo de Brasil se enmarca en la postura crítica de Lula frente a la ofensiva israelí contra Hamás. Desde el inicio de la guerra en Gaza, el mandatario brasileño ha cuestionado con dureza la estrategia militar de Israel, llegando a calificarla de “genocidio” y a compararla con los crímenes cometidos por el régimen nazi.
En febrero de 2024, Lula había declarado: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza no es una guerra, sino un genocidio”. Estas expresiones llevaron a Israel a declararlo “persona non grata”, marcando un punto de inflexión en la relación bilateral.
La decisión de no otorgar el plácet a Dagan —quien fue embajador en Colombia— responde a esta línea de confrontación. Fuentes diplomáticas en Tel Aviv señalaron que la negativa brasileña “se agravó tras la falta de respuesta a la solicitud de reunión del propio embajador designado”.
La reacción de Israel y el deterioro diplomático
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel expresó que la relación con Brasil atraviesa su “nivel diplomático más bajo” en décadas. En un comunicado oficial, el gobierno israelí sostuvo: “La postura crítica y hostil que Brasil ha mostrado hacia Israel desde el 7 de octubre se agravó cuando su presidente comparó nuestras acciones con las de los nazis”.
Pese a ello, Tel Aviv indicó que mantiene “estrecho contacto con los numerosos círculos de amigos que Israel tiene en Brasil”, en alusión a los vínculos comerciales, culturales y comunitarios que se sostienen al margen de la relación política.
Brasil, por su parte, ha llevado su oposición al terreno judicial internacional. El país integra el grupo de Estados que denunciaron a Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por presunta violación de la Convención para la Prevención del Genocidio, reforzando el enfrentamiento diplomático en foros multilaterales.
La decisión de Lula no es solo un gesto bilateral: tiene implicancias en la política internacional de América Latina. Brasil, miembro del BRICS y actor clave en la región, se posiciona como uno de los gobiernos más críticos hacia Israel junto a Colombia y Bolivia, diferenciándose de países como Argentina o Uruguay, que han mantenido posiciones más moderadas.
Analistas diplomáticos señalan que la ausencia de un embajador israelí con rango pleno en Brasilia limita la interlocución en áreas estratégicas como seguridad, cooperación tecnológica y comercio. Al mismo tiempo, fortalece la narrativa de Lula en el plano doméstico, donde busca consolidar su liderazgo en política exterior con un perfil de defensa de los derechos humanos.
De no revertirse, este escenario podría cristalizar un aislamiento diplomático parcial entre Brasil e Israel, con impactos en foros multilaterales y en las relaciones bilaterales comerciales, que en 2024 superaron los US$ 2.400 millones, principalmente en fertilizantes, carne y tecnología agrícola.